Estos meses han sido duros para la cultura. Los espacios de formación
en artes han debido adaptarse a nuevas formas de enseñar, han tenido que suspender
y reorganizar sus actividades o, en el caso de los más perjudicados, han
cerrado sus puertas.
La danza no está en las salas donde se podía disfrutar, en medio de las penumbras, esa atmósfera única del encuentro convivial, del rito escénico. Donde se podía viajar con la imaginación, volar con el pensamiento, sentir el cuerpo espejado, vibrar la espiritualidad y descargar con la catarsis del arte.
Ahora son otras las formas que intentan abrir espacios de intercambio y creación. Otras las formas de aprender.
Entre las universidades que se dedican a la enseñanza
artística en el país, se encuentra el Instituto de Artes Mauricio Kagel (IAMK) de
la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), espacio que cuenta desde hace unos
años con la Compañía Universitaria de Danza UNSAM, integrada por estudiantes y
graduadxs de la Licenciatura en Artes Escénicas, Focalización Danza, del
Instituto.
En este contexto de pandemia, el equipo de formación decidió
implementar nuevas herramientas y medios audiovisuales, para compartir sus
procesos de investigación y reflexión sobre el movimiento.
Así llegó La trampa, nueva pieza que acaba de estrenar la
compañía a través de su canal de YouTube. Filmada por lxs mismxs intérpretes, surge
para cuestionar lo establecido sobre la creación escénica, en un momento en que
la misma realidad interviene en las prácticas.
Su director, David Señoran, establece un vínculo entre la formación universitaria y la creación e investigación en la escena. “Todo el trabajo apunta a cómo seguir investigando sobre el cuerpo pensando en los objetivos de la compañía, que tienen que ver con poner a prueba muchos de los contenidos que los estudiantes recorren, desde la reflexión teórica hasta el desarrollo técnico”, nos cuenta.
La contemporaneidad, el cruce y la hibridación de lenguajes
son algunos de los rasgos con los que se identifican. Para este proyecto en particular,
la compañía trabajó puntos de vista y formas de filmarse desde distintos
ángulos con los medios de registro disponibles, para crear ficciones en el
lugar donde viven cotidianamente. “Nos fueron enviando investigaciones físicas
de cartografías de los espacios, del territorio cuerpo, del territorio
arquitectónico donde habitan. Fue complejo al principio, pero hubo gran
adhesión y a partir de ahí, decidimos encarar un proceso de producción y
convocamos a la parte técnica del equipo”, explica David sobre el proceso, añadiendo
que la situación ha fortalecido el intercambio entre el espacio de danza y el
área audiovisual de la universidad.
La trampa viaja en medio de espacios que pueden ser el mismo, todos o ninguno. Espacio desterritorializado que junta los cuerpos en una virtualidad que se expande para sostener, para compartir, para ser parte de lo mismo.
Esa mismidad son ellxs, que bailan, se estiran, entran en contacto en los bordes, escapan de cuadro. Mientras esos bordes se desdibujan. Las habitaciones se fusionan en un mapa que intenta cartografiar la espera, la distancia, el deseo de verse a cara limpia, sin barbijos ni pantallas.
La realidad que impuso la necesidad del aislamiento social y
preventivo por la pandemia, trajo modificaciones en las formas de creación y
producción. La compañía trabajó sobre el guion y el material de improvisación, de
la mano de Quío Binetti, bailarina y coreógrafa que comparte la dirección de la
pieza junto a Señoran. “La idea madre tuvo que ver con la necesidad de
encontrarnos y generar un vínculo con los otros cuerpos, la necesidad de
tocarnos, de hacer un solo cuerpo”, apunta Quío quien, además, destaca la animación
digital utilizada en relación a los mapas de las casas, porque enfatiza la
situación habitacional de estar siempre en el mismo lugar. “Apareció esta idea
de la trampa como esta instancia de ilusión sensible que hacemos para estar
junto a otrx, todo lo que hacemos con nuestros cuerpos y con la tecnología para
tener la ilusión de estar cerca”, agrega David y nos comparte que se viene un
segundo proyecto con montaje de Federico Fontán.
El arte de la danza tiene en sus manos las herramientas para
afrontar este momento y poder continuar creando, gracias al marco universitario,
al equipo técnico audiovisual y al apoyo de Laura Malosetti Costa, Decana del
Instituto de las Artes Mauricio Kagel de la UNSAM.
La trampa:
Idea y creación de La trampa: David Señoran y Quio Binetti
Integrantes: Delfina Campagnoli, Facundo Aguilar, Irupe
Montiel, Lucía Girardi, Maria Emilia Gette, Magdalena Benitez, Paula Fernández Ruiz, Rebeca Stragazzi, Sofia
Lopez Bravo, Victoria Vides, Lucía
Rivarola, Micaela Ortíz, Lucas Córdova, Emilia Vera Córdoba, Carla Minteguiaga.
Composición sonora: José Binetti.
Con la colaboración del Centro de Investigación, Producción
y Realización Audiovisual del IAMK: Carolina Scaglione, Florencia Petersen,
Micaela Almeida
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