domingo, 23 de noviembre de 2014

ANIVERSARIO

Cumplir 10 años es un buen motivo para festejar, más en épocas donde los emprendimientos independientes en la Ciudad de Buenos Aires tienen tantos obstáculos para sostenerse en el tiempo.
En El Club de Trapecistas sintieron que era el momento de dar forma a su aniversario. Entonces, bajo la mirada de Mariana Sánchez, todo el equipo activó su memoria para construir una propuesta pincelada con escenas de espectáculos anteriores. La receta consiste en una pizca de Mamushka, otra de Mandalah, un poco de Brumadhia y unas dosis de Tréptikon, para dar lugar a esta deliciosa torta que hoy nos invita a soplar sus velitas.
El recibimiento es alegre y colorido, con divertidas acomodadoras y música que pone al espectador en la órbita de pasarla bien.
Los números son en su mayoría aéreos, disciplina que resalta en el Club de Trapecistas (casi una obviedad), sin embargo hay escenas circenses con malabares de swing, zancos, acrobacias de suelo y danza.
Toda la propuesta está planteada desde una puesta en escena teatral que delinea una trama esbozada sobre una sutil dramaturgia.
Un grupo de mujeres entra casi atropelladamente en el espacio de la sala con ánimos de fiesta. Una de ellas lleva un vestido de, otra un regalo, elementos que formarán parte de escenas a lo largo del espectáculo.
El viaje comienza allí y será un transporte mágico y onírico a múltiples sensaciones. En eso entra en juego en gran medida la luz, con sus posibilidades de sombras, de matices, de resaltador de colores en las técnicas del teatro negro, de proyecciones fílmicas.
Como si el trasfondo se apoyara en la luz y el aire, elementos propiciadores de sueños y libertad.
En este traslado hacia la fantasía, las formas creadas alimentan un ilusionismo que se disfruta con placer y con asombro.
De la coordinación para funcionar resalta la organización en equipo, la ayuda con los elementos, la cooperación en la ejecución de cada número. Lo que transmiten estas escenas donde no hay un protagonismo que resalte, sino que las particularidades se expresan en lo grupal, es una linda energía a nivel humano.
Dentro de esa dinámica, son muy bellas las construcciones grupales, su estética y su fluidez de movimiento; acompañadas algunas por música en vivo -una cantante lírica que también participa en la trama esporádicamente- y otros temas, y por una impronta general con reminiscencias orientales.
Los mantras hacia el final le dan un toque de misticismo que sirve para coronar la propuesta. El aire espiritual se expresa como una síntesis de la visión del autor que vuelca en la construcción onírica de la obra una visión del mundo visualizando las maravillas humanas a semejanza del espíritu del cosmos.
Varias velas son encendidas en el fondo de la sala -descubierto al final del espectáculo- en un espacio que asemeja un viejo templo. Se siente aroma a incienso en el ambiente. Una a una las llamas se extinguen, la función ha terminado…
Qué: Aniversario
Quién: Compañía Circo Negro: Elenco: Agostina Degásperi, Andrea Silva, Luciana Losada, Lucila Rocca, Mariángeles Gagliano, Maia Bishop.- Cantante: María Teresa Ciarla.- Asistencia técnica: Lucas Ferraro.-  Asistencia coreográfica: Alba Iruzubieta.- Terapeuta corporal: Pedro Espeche.- Diseño de iluminación: Pablo Zarfati.- Producción general: Club de Trapecistas / Pablo Zarfati.- Prensa: Pintos & Gamboa.- Dirección: Mariana Sánchez.-
Cuándo: sábados 21 hs, domingos 20 hs. / Duración: 60 minutos

Dónde: CLUB DE TRAPECISTAS, Ferrari 252.- 

miércoles, 12 de noviembre de 2014

LA MUERTE Y LA DONCELLA

En un magnífico caserón a la orilla de la Avenida Corrientes se da una cita muy particular llamada Teatro Bombón. Bajo ese título la convocatoria concentra un grupo de obras cortas que uno puede degustar cualquier domingo a la tarde, y que además, van variando para mantenerse siempre frescas.
Allí me encuentro para ver La muerte y la doncella, una pequeña pieza de danza construida con la intención de presentificar un fragmento del pasado de la danza al abordar el ballet Le jeune homme et la mort de Roland Petit. Con libreto de Jean Cocteau, y protagonizado por Nureyev y Barishnikov -entre otros grandes bailarines- relata la historia de un joven que espera a una mujer y al ser rechazado por ésta, se suicida.  
La propuesta en clave femenina dirigida por Laura Figueras y Carla Rímola se sumerge en la temática con otras sutilezas.
En una sala prácticamente vacía se encuentra sola una bailarina -la bella Roxana Galand- cuya actitud denota una clara apatía. No sabemos si está aburrida, triste, melancólica, pero sí puede observarse en cada movimiento suyo cierto desgano.
La bailarina se observa en un espejo que descubre en una pared y desde allí se mueve, como si repasara una coreografía ya sabida y masticada, al ritmo de un tic tac que trae a la mente la cuestión del tiempo (y todos sus devenires).
La vida trascurre en ese vaivén rítmico de metrónomo, en ese ir y venir de la respiración, en el contraer y relajar de un músculo que danza.

Ella pareciera estar desencantada, como si esa vida que pulsa no tuviera más que ofrecerle. Sus movimientos aparentan no tener la mínima energía y recuerdan al neoclasicismo romántico donde las etéreas bailarinas parecen flotar  en zapatillas de punta cuyo esfuerzo se ve delineado en sus músculos, pese a la sensación de liviandad que eso pueda transmitir.
Así danza y se suspende en el aire Roxana, con su mirada nublada por alguna trágica visión invisible para el espectador.
Entonces surge de las sombras otro personaje con el que se establece un diálogo melancólico y poderoso. Es una mujer de la que en un principio no vemos el rostro pero de la que sí se percibe energía de mando.
Entre ellas el vínculo que se crea es desigual, desparejo. De dominadora y dominada, de amo y esclavo sometido. La mujer, con el largo cabello ocultando el rostro, le habla en un lenguaje extraño, desconocido, oscuro. Y la bailarina es captada por su embrujo de una manera hipnótica. 
La muerte se hace presente en la escena y dirige los movimientos de Roxana. Ella danza pero el impulso que la mueve no lucha por librarla de la hora que ha llegado, de un final que no le importa, que le es indiferente. Con la misma apatía del principio, se entrega a la situación, como si fuera un destino tejido hace tiempo por las parcas del Olimpo.

Qué: La muerte y la doncella
Quién: Idea y dirección: Laura Figueiras, Carla Rímola.- Intérpretes: Roxana Galand, Milva Leonardi.- Vestuario: Mooo!, Ester Caselli, Franco La Pietra.- Iluminación: Alfonsina Stivelman.- Espacio escénico: Alicia Leloutre.- Diseño sonoro: Pablo Berenstein.- Música: Johan Sebastian Bach, Franz Schubert.- Fotografía: Mariela Garcia, Claudio Villarreal.-

Dónde: La casona iluminada.-  Corrientes 1979

ARQUEOLOGÍAS DEL FUTURO



1° ENCUENTRO INTERNACIONAL DE DANZA CONTEMPORÁNEA, ARTES PERFORMATIVAS Y CONOCIMIENTO


CUÁNDO: 7 AL 12 DE DICIEMBRE
DÓNDE: EN LA FÁBRICA ESCÉNICA


* 8 OBRAS Y PERFORMANCES INTERNACIONALES

* 6 LABORATORIOS DE PRÁCTICAS / WORKSHOPS

* 1 EQUIPO DE ESCRITURA PERMANENTE


* 1 EXPERIENCIA DE PENSAMIENTO COLECTIVO