miércoles, 20 de diciembre de 2017

BOCETO PARA LA SIESTA DE UN FAUNO

Detrás de las danzas que se ven en escena siempre hay una historia. La historia de las técnicas corporales, de los relatos artísticos, del cuerpo, de la sociedad, de las políticas de dominación. Porque las danzas que generalmente trascienden en el mundo occidental y capitalista son aquellas que los grandes medios de la historia dejan pasar. Sin embargo, a veces hay zonas subdesarrolladas cuya persistencia en los relatos históricos las llevan a colarse por los siglos, y nos llegan otras versiones de las cosas.
En esta pieza de danza hay una investigación histórica respecto a un bailarín que no trascendió demasiado en la historia de la danza occidental espectacular, pero que ha atravesado los años para llegar aquí y ahora y darse a conocer a quienes no han sabido de él. No es debido a su figura en particular que lo resaltamos, solamente es un ejemplo de la importancia de dar espacio a aquello que puede quedar marginal.
La investigación de Mariela Ruggeri se suma en forma de relato textual vivo en escena, además del desarrollo que la coreografía plantea desde la puesta de movimiento.
La obra sobre la que se boceta esta propuesta es La siesta de un fauno (1912) del bailarín y coreógrafo ruso Vaslav Nijinsky,  integrante de la famosa compañía francesa Les Ballets Russes (1907). Nijinsky fue un artista talentoso e innovador que en La siesta de un fauno introdujo posturas y movimientos extraños para lo que se veía en ballet en ese entonces. Esto, sumado al nivel de sensualidad y erotismo de la pieza, causó gran revuelo en la sociedad del momento.
La coreógrafa se inspira en la obra para reflexionar sobre ella, sobre la dificultad que podría haber tenido Nijinsky para ser comprendido por los bailarines que debían interpretarla, respecto a esos movimientos que proponía y que resultaban novedosos para la época.
Una narradora en escena se desdobla para interpelar a Nijisnky como su hermana Bronislava Nijinska, bailarina también de la compañía. La puesta da a entender con estos diálogos, no sólo que el lenguaje corporal resultaba extraño sino que la impronta erótica general de la coreografía era inusual en esos años.
La propuesta despliega danza y pensamiento, de manera de poder despertar la curiosidad en el espectador no entendido en el tema, además de ofrecer un momento de danza y memoria histórica, lo que nunca viene mal.
En escena se ve un despliegue de cintas pegadas en el suelo, algunas con el rollo dispuesto como para continuar un entramado que está a mitad de camino. Hay un hombre de espaldas y una mujer en una silla con una pelota, como un cubo mágico, como si en la manipulación de la pelota se pudiera descifrar un acertijo.
A su vez, la pelota sirve en escena como objeto para armar una estructura dinámica y establecer el vínculo entre los intérpretes.
Él prueba ángulos en el espacio y quien ha visto la coreografía de Nijinsky puede reconocer los movimientos.  Se observan líneas rectas, círculos perfectos y el acto de caminar, como marcas generales para el esbozo de la pieza, una danza que “parece que no es danza” pero que diseña movimientos en el tiempo y el espacio, y donde incluso la imposibilidad de consumación del deseo que despliega la obra original, genera empatía kinestésica en el espectador de este siglo.
Finalmente se trata de bailar. Bailar lo que ya está, en este caso. Bailar un poco de historia. Bailar y reflexionar, y hasta poder rescatar de cierto olvido la figura de este bailarín genial e innovador. Nijinsky,  un adelantado a quien su época no supo valorar, y que enfermó tempranamente sin poder desarrollar todo su potencial creador.
Estas propuestas didácticas -desde el punto de vista histórico- además de invitarnos a mantener activa la memoria, son un llamado a descentralizar, a estar abiertos y alertas para recibir aquellas obras o artistas a quienes quizás aún no somos capaces de valorar, por no comprender lo que nos quieren decir.  

Qué: Boceto para la siesta de un fauno
Quién: Interpretación: Lucas Díaz, Alba Virgilio.- Vestuario: Marcelo Morato.- Iluminación: Horacio Novelle.- Música: John Cage, Claude Debussy.- Asistencia de dirección: Daniela Mena.- Coreografía y Dirección: Mariela Ruggeri.-


ENSAYO Nº 2 BANDONEÓN

Esta bella pieza dirigida por Ollantay Rojas y propuesta como un ensayo, aborda un aspecto del universo del tango a partir de un instrumento característico como el bandoneón. Presentada en el Centro Cultural Ricardo Rojas, Ensayo Nº 2 es la progresión de Estudio para bandoneón y bailarines, producida allí en el marco del Festival de danza de este año, a partir de un pedido de Alejandro Cervera a Ollantay.
En el espacio de la biblioteca, inmersos en ese aire antiguo que ofrece el olor de la madera y de pinotea del suelo, unos focos dirigidos al centro del espacio alumbran a una pareja de bailarines que repite interminablemente ocho pasos básicos del tango. Como si fuera un loop, van y vienen meciéndose mientras el público se ubica a una distancia escasa de ellos, lo que acentúa la intimidad del ensayo.
Hay humo, apenas pero suficiente para generar esa atmósfera medio onírica que evoca también esa repetición endiablada.

Un sinfín en el murmullo de la sala. Ellos, inmutables en su práctica. El hombre parece una máquina métrica que repite sin cesar los pasos mientras la mujer comienza a probar soltarse, alejarse, romper la rutina, para volver a entrelazarse en ese abrazo que los une.
Cuando el bandoneón se hace ver en escena, los bailarines parecen ignorarlo. Sin embargo, la danza se arma y desarma y permite entrar entre sus pasos a una tercera persona para seguir probando pasos en este ambiente de ensayo.
Así la música también oscila entre pruebas de Piazzolla,  Händel y Bach, con un instrumento que toma protagonismo en su corporalidad. Un fuelle que respira y resuena, que suspira y ocupa el espacio entre los bailarines dando su impronta en la escena.
Las luces toman protagonismo iluminando sectores del espacio o jugando con el ritmo del fade-out o apagón, como un elemento que aporta en la creación de la dramaturgia escénica. Lo mismo que la construcción coreográfica, el montaje de los personajes con su parafernalia de atuendos y apliques, o las decisiones espaciales, temporales, rítmicas que se toman, todo forma parte de una creación que se muestra en clave de ensayo para permitirse el juego y la reflexión sobre el arte y el oficio.
Con muy bellas imágenes y la interpretación de unos buenos bailarines profesionales en el mundo del tango, la pieza es un bocado delicioso que puede disfrutarse en cualquier espacio.
(Pudo verse también en la última edición del Festival Cambalache.)

Qué: Ensayo N°2 Bandoneón
Quién: Intérpretes: Andrés Baigorria, Melina Brufman, Sofía Calvet.- Música: S. Calvet (interpretación), A. Piazzolla, J.S. Bach, G. F. Händel.- Iluminación y espacio: Agnese Lozupone.- Colaboración: Martina Huber.- Asistencia general: Lucía Ohyama.- Dirección y coreografía: Ollantay Rojas.




jueves, 21 de septiembre de 2017

ASUNTOS QUE QUEMAN

 Este “ensayo escénico en estado de emergencia expresivo entre la vida virtual y la vida real”, tal como informa su gacetilla, es una propuesta para transitar ese límite que las nuevas comunicaciones tecnológicas ponen en tensión. Límite entre ser o pertenecer, entre la presencia y la ausencia física, entre la conexión y la desconexión. Límite que se borronea hasta casi llegar al dilema entre el imaginario de la añorada vida en el campo y la catastrófica supervivencia en la ciudad.
Los performers nos reciben en una de las salas del Club Cultural Matienzo con luces de tubo en el suelo que cambian de color generando ambientes distintos. Suena a frito, esa vibración o interferencia que las tecnologías reproducen en el aire. Sonidos vinculados al mundo de la informática, de las redes de comunicación por cable, por ondas, virtual. Sonidos que se suman a la contaminación auditiva urbana y que ahora forman parte de la música escénica, en el juego de tensiones que la joven directora Jimena Pérez Salerno investiga en este ensayo.
En una mesa lateral hay computadoras y micrófonos dispuestos para la creación. Al igual que la pared del fondo, que sirve tanto como soporte físico, de apoyo humano, como de pantalla para proyectar. Allí podemos ver imágenes tan bucólicas como un paisaje en la noche, o tan cibernéticas como un recorrido de algún juego virtual.
Tres chicas, caminan, se miran, se siguen, se ignoran. Se sumerge cada una en el universo de su celular. También entran en contacto con una danza mínima e íntima de caras que se unen.
La red en su multiplicidad sale a la superficie como tema. La red de las relaciones humanas que se cruzan en un mundo híper informado, híper informatizado, híper comunicado. Al mismo tiempo, un mundo que naufraga en la desinformación y la incomunicación. Un mundo aislante donde pareciera que el ser humano se conecta con la existencia a través de la no existencia, de la ilusión de otro que siempre lo está viendo desde la pantalla de toda la  ciber galaxia. Donde cualquier cosa puede ser posible o imposible.
Hipertexto que mantiene a las personas en constante apertura de ventanas y canales para expresarse.
Entonces se oye la frase “opino sobre todo”, que se tensiona con la pregunta ¿si no posteo no existo? ¿Existe lo no posteado? En este gran sistema de navegación parece que para existir hay que comentar, emoticonarse, cliquear, consumir desaforadamente. Hay que existir a través de.
Allí las modas asoman en su postulado sobre lo nuevo como un centro de interés que se diluye inmediatamente, que pasa, queda atrás.
Les intérpretes proponen intervenir la máquina. Hacer eclosionar un lugar que es no lugar. Un lugar que no está en ninguna parte pero que es omnipresente al mismo tiempo.
La obra es un ensayo que arde, que prende fuego un debate que está en la cotidianidad de cada día, de cada comunicación con los otros reales, virtuales, potenciales. Gran comunidad de la nube que existe mientras haya un clic, un tipeo que asuma la existencia del otro lado, que nos dé una respuesta.
Un asunto para pensar sensiblemente sobre la alienación humana, en tiempos donde los medios de comunicación son tan chatarras como la comida.
Pero también, un asunto para confirmar la potencia que tienen los cuerpos presentes en el convivio de una sala, en vivo, aquí y ahora.
¿Qué es lo importante?

Qué: Asuntos que queman
Quién: Idea y dirección: Jimena Pérez Salerno.- Texto: Javiera Pérez Salerno.- Performers: Roberta Blázquez Calo, Laila Gelerstein, Gastón Lozano, Jimena Pérez Salerno, Luna Schapira.- Asesoramiento técnico, realización de dispositivos lumínicos y programación de proyección digital: Gastón Lozano.- Creadores: Javiera Pérez Salerno, Jimena Pérez Salerno.- Audiovisuales, edición musical y colaboración artística: Sabrina Gazzaneo.- Asesoramiento musical: Nacho Sánchez.- Asistencia de dirección: Roberta Blázquez Calo.-
Web: https://www.facebook.com/events/257237744788329/?active_tab=about
Dónde: CLUB CULTURAL MATIENZO  Pringles 1249 Teléfonos: 15-6610-1520
Web: http://www.ccmatienzo.com.ar

Cuándo: Jueves - 20:30 hs - Hasta el 14/09/2017 y 28/09/2017 - Martes - 20:30 hs - 26/09/2017

martes, 12 de septiembre de 2017

LOS HUESOS

Las maneras en que un artista nombra su obra pueden señalar por donde va su pensamiento. Por eso, la interpretación de quien participa como observador puede partir de un título.
Las reflexiones que siguen a continuación surgen a partir de esta propuesta que presenta Leticia Mazur.
Los huesos son el sostén del cuerpo, la estructura profunda, sólida y a la vez flexible, viva. Son también lo que queda de un ser cuando los otros tejidos se descomponen. Fragmentos desde donde recordar, o desde donde poder reconstruirlo.
Los huesos contienen en sí mucha información sobre una identidad.
La pieza comienza.  La luz asciende como el día, como una alusión al principio de la humanidad, como el fuego que reúne a la tribu. Se condensa en esta primera imagen una especie de ritual primario en el que los cuerpos desnudos contemplan la luz antes de moverse.
Los movimientos de uno son reflejados por otros en un sinfín encadenado donde se observa cómo el impulso viaja de un intérprete hacia otro.
Al principio, estos cuerpos parecen sostenidos por hilos invisibles que los reúnen en un todo variado y en contacto.
Los diferentes cuerpos se transmiten energía, se articulan y sacuden, se desplazan ampliando el territorio, generando un tipo de comunicación.
El cuerpo desnudo se entrega, se ofrece desvalido en toda su potencia. Sin haber un desarrollo respecto a cuestiones genéricas, el sexo se muestra en su pluralidad, y eso ya es una posición sobre el asunto.
También surgen en ese imaginario que construyen los cuerpos y la luz, escenas que desarman creencias, estigmas, credos, religiones. O que las emulan, las trazan apenas, para disolverlas después.
Entre los movimientos que aparecen, se ven los gestos de sacar y poner, de repetir una tarea, dando lugar a que se vea el cuerpo como herramienta de trabajo, así como alguna vez fueron utilizados los huesos por la humanidad.
A la vez, sobrevuela cierta idea de mecanización, de industrialización, de los sistemas de control del cuerpo en el encierro con una actividad fija y constante, de producción fabril. De alienación.
Frente a esto es que nace el gesto del puño en alto como protesta.
El cuerpo es productor de formas, de imágenes, de ideas.
El magnífico mecanismo de la luz diseñado por Matías Sendón es central y sobresale en esta propuesta. Más allá de cualquier metáfora lumínica que lo vincule al fuego, al centro de reunión, al conocimiento, a la iluminación.  Genera espacio, se cuela en la propuesta como estructura conceptual, siendo herramienta, hueso sólido que da eje al espacio, concreto, flexible y sostenedor.
También proyecta sombras y construye alegorías de cavernas, jugando con la ilusión y lo real.
En ese estado puede encontrarse la mente cuando observa tantas imágenes de movimiento convertirse en metáforas. Como proyecciones de ellas mismas.
Y aquello que se proyecta es lo que queda cuando lo otro se va.
Como los huesos.

Qué: Los huesos
Quién: Actuación: Lucas Cánepa, Ana D´orta, María Kuhmichel, Valeria Licciardi, Gianluca Zonzini.- Iluminación y Diseño de objetos: Matías Sendón.- Teaser y Grafica: Ian Kornfeld.- Música: Patricio Lisandro Ortiz.- Fotografía: Ariel Feldman.- Asistencia de dirección y Producción: María Laura Santos.- Dirección: Leticia Mazur.-
Dónde: El Galpón de Guevara - Guevara 326 Chacarita
Cuándo: martes 7,14, 21 y 28 de noviembre - 21:00 hs - 

lunes, 4 de septiembre de 2017

¡ADENTRO!

 Adentro es una invitación a entrar en el viaje hacia un interior posible. Este trayecto se da a través del movimiento y una propuesta escénica que juega con el imaginario de lo folklórico. Pero ese interior puede ir desde lo propio íntimo hasta lo compartido como un sentir común que se reúne en una danza tradicional.
Pero ¿qué es lo tradicional?
El despliegue de esta pregunta por unas danzas argentinas se materializa en unos cuerpos argentinos que son tres. Tal como son tres las danzas para piano creadas por el compositor Ginastera. Danza del viejo boyero, Danza de la moza donosa y Danza del gaucho matrero.
Aquí tenemos a esta tríada de cuerpos ubicados en diagonal, haciendo frente al espectador con unos pocos movimientos y breves desplazamientos.
Mientras exploran ese imaginario que va trazando lentamente sus encantamientos, suena el campo con su atmósfera bucólica y terrenal.
Enraizados en sus zapatillas y pantalones, se mueven, se balancean, dibujan con las manos en el aire, se pasan una especie de impulso energético que los sumerge en un vaivén espacial.
El recorrido por este adentro construye una corporalidad que explora lo masculino y femenino desde actitudes de competencia y cooperación. Como un juego de proposiciones e imposiciones donde rotan el protagonismo, donde tener barba y bigote y el pecho bien alto, impone cierto respeto, o al menos, atención.
Pero el juego no se detiene en ningún lugar, los habita, los devora y dibuja potencias en esa grafía corporal que al instante se transforma en otra cosa. Se confunden y funden una gestualidad gauchesca, ráfagas de pericón, sentires de abrazo fraterno.
En esa travesía, exploran sonidos de palmas, chasquidos de dedos, golpes sobre la falda, zapateos, gritos, revoleos. En esa ronda que son los tres, también resalta cada uno con su particularidad expresiva.
La música externa participa y se diluye para dejar lugar a la musicalidad interna. Todo a la vista, con una iluminación plena que los acompaña como un sol intenso.
Solo al final, como si la tarde llegara a la pampa, se va apagando la luz dando lugar a cierta quietud visual, que se mece por un cántico vespertino, casi de pulpería, de cuadro de Molina Campos, como un fade out de la obra.
Y uno sale del viaje, renovado.

Qué: ¡Adentro!
Quién: Idea y Dirección: Diana Szeinblum.- Intérpretes: Pablo Castronovo, Bárbara Hang, Andrés Molina.- Vestuario: Andrés Molina.- Iluminación: Gonzalo Córdova.- Música: Axel Krygier.- Coreografía: Pablo Castronovo, Bárbara Hang, Andrés Molina, Diana Szeinblum.-
Cuándo: Sábados 21 hs.
Dónde: Estudio Fraga. Dirección y reserva por mail a adentroreservas@gmail.com





                                                                                                         

miércoles, 16 de agosto de 2017

MIEDO

Miedo es una propuesta escénica compuesta especialmente para la Sala Redonda del Centro Cultural 25 de Mayo. Surge a partir de una investigación teatral, musical y de movimiento que tiene como dirección la mirada de Ana Frenkel acompañada por la codirección de Daniela Bragone.
En la sala circular el público se ubica rodeando el espacio. En el centro de la misma se ven un montón de listones de madera. Diego Velázquez y Esteban Meloni son los dos hombres que ubicados allí, en el medio, comienzan a caminar en círculo.
A medida que avanzan en esta vuelta interminable, se oyen sonidos de latidos, de pájaros, como una atmósfera entre interna y campestre que los acompaña. Esta creación sonora pertenece a Diego Vainer, músico cuya sensibilidad creativa genera dramaturgia junto a los cuerpos de la escena.
Los actores cuchichean, parecen intercambiar algo. Caminan como si se siguieran y aumentan la velocidad, ¿pasa algo entre ellos?
Los listones de madera que vemos en la sala sirven para construir distintas situaciones escénicas. Desde una especie de pira a la que le prenden fuego para que arda allí uno de ellos, hasta un refugio, un juego, unas armas, un bosque.
Los intérpretes corren y se lanzan uno sobre el otro. ¿El miedo te corre o te hace correr? El título de la pieza sale a la superficie en algunos momentos cuya atmósfera se enturbia por ese vínculo indescifrable entre ellos.
Desde un mundo en llamas donde uno duda entre no querer enamorarse o desear  incendiarse con el otro, las maderas son como obstáculos que por el juego escénico se transforman en diferentes dibujos espaciales. Diseños que, a la vez, conectan con distintos imaginarios.
Uno de ellos puede ser el bosque, como espacio brumoso del inconsciente donde se sumerge el artista, o donde puede naufragar el loco.
Los dos hombres van juntos en una conexión interna que se sostiene durante todo el transcurso de la propuesta, se acercan o alejan, se preguntan, se increpan, se manipulan, tiran, empujan, pisan, bailan.  
Las situaciones suceden en un cruce donde las luces danzan con los cuerpos. Las escenas se arman y desarman, acompañadas por una iluminación activa que crea espacialidad y dinamismo, que apoya ese juego que parece sostenerse hasta que uno de ellos lo rompe. Así puede aparecer la sensación de angustia, soledad, vacío, miedo. Un miedo que se desintegra con el “acá estoy” del otro.
El refugio se convierte en sepulcro. El dolor se comparte desde el golpe dado que es sufrido en el que pega, como si se golpeara a sí mismo. El cuerpo está en juego en un diálogo físico permanente que genera varias metáforas posibles.
Las maderas son utilizadas de muchas formas, exploradas tanto en su funcionalidad práctica como en su posibilidad poética. Son el laberinto del amor, de las relaciones, de uno mismo. El misterio del propio bosque.
Pero más allá de lo que se pueda elucubrar desde el imaginario personal, hay una relación espacial y corporal sostenida que no deja de circular, como la sala.
Todo es circular. La música electrónica, los cuerpos que danzan, las frutillas en el espacio reducido del baile. También la pasión y el dolor tienen esa circularidad de todo lo que se repite en su eterno retorno. La vida y la muerte en su rueda infinita.
El miedo es algo que cambia de forma, que puede tener muchas caras, que está adentro y afuera, en ningún lado y en todos a la vez. El miedo es lo insondable. Es el misterio. Es lo desconocido.   
Aquí lo han puesto a rodar de la manera que mejor saben hacerlo los artistas: Creando.

Qué: Miedo
Quién: Actuación: Esteban Meloni, Diego Velázquez.- Diseño de vestuario: Cecilia Allassia.- Diseño de luces: Paula Fraga.- Realización de escenografía: Leandro Barzabal.- Música original: Diego Vainer.- Fotografía: Constanza Niscovolos.- Asesoramiento Vocal: Diego Frenkel.- Asistencia de dirección: Hugo Martínez.- Producción: María José Schroeder.- Co-Dirección: Daniela Bragone.- Dirección: Ana Frenkel.-
Dónde: CENTRO CULTURAL 25 DE MAYO - Av. Triunvirato 4444 Teléfonos: 4524-7997 internos 212 Web: http://www.cc25.org/
Cuándo: Sábado - 22:30 hs - Hasta el 16/09/2017 Desde el 20/09/17 Miércoles 21 hs. 


domingo, 30 de julio de 2017

COREOMANÍA -NO PUEDO PARAR-

La obra es una invitación a divertirse que viene de la mano directriz de Josefina Gorostiza y forma parte del ciclo de danza Dans, propuesto por Maruja Bustamante para el Centro Cultural Ricardo Rojas. Presentado durante el último festival de danza del Rojas, continúa sus funciones en el mes de agosto.
El espacio recibe al público con un intérprete en escena recortado en un rectángulo de luz. Cuando terminan de acomodarse todos, comienza a cantar a capela una canción que va in crescendo, acompañada de algunas risas que despierta en la platea.
La danza comienza desde la propuesta de “bailar pegados”, que surge en este silencio sonoro donde solo la voz potente del intérprete atraviesa la sala.
La atmósfera es turbia y deportiva a la vez, creando cierta intriga que se desarma inmediatamente con el poder de los cuerpos en movimiento.
En el fondo del espacio se divisan varias personas que empiezan a bailar en grupo. Entre ellos hay un dj cubierto con un casco que rememora a los músicos del dúo francés de música electrónica Daft punk, lo que puede sumar un condimento a la idea de entregarse al baile, como pide uno de sus temas.
Se dispara la música. Se lanzan a la pista los bailarines y bailarinas. La expresión libre se suma y organiza para desorganizarse después.
La danza construye un relato grupal coreografiado bastante potente. El nivel aeróbico de los pasos incluye desplazamientos que acercan y alejan al grupo del frente de la escena. Ellos se mueven en bloque de una manera simple e intensa que podría incluso asociarse a las clases de algún gimnasio.

La fuerza colectiva se contagia. Hasta el trabajo con el tiempo, estructurado a veces en esquemas de 8, 4 y 2 compases, da una circularidad sencilla muy disfrutable.
Los intérpretes mantienen una ubicación en masa donde las individualidades se despegan por momentos y se diferencian de ella. Todos y uno, uno y todos. Así se producen miles de vibraciones grupales que se multiplican como en un enjambre humano.
La danza crece como un acontecimiento donde la única poética reside en los cuerpos en contacto, en vivo, latiendo, transpirando, cansándose con toda su humanidad a flor de piel.
El baile continúa como en un trance donde el mismo dj se suma a la pista a bailar. La música es protagonista a través de esos cuerpos tomados por la potencia del movimiento compartido.
En un espiral interminable de agitación y deseo, el final es un loop que se proyecta como una propuesta hacia el espectador: Resistir o desmayar, es la cuestión.
Bailar siempre.

Qué: Coreomanía -No puedo parar-
Quién: Intérpretes: Mauro Appugliese, Victoria Delfino, Nicolas Goldschmidt, Juan Manuel Iglesias, Antonela Pereyra, Mauro Podesta, Lucia toker.- Diseño de luces: Sebastián Francia.- Diseño sonoro: Facu Kchihomeless.- Diseño gráfico Y Dirección de arte: Adrian Tosta.- Dirección: Josefina Gorostiza.-
Dónde: Sala Cancha. Centro Cultural Ricardo Rojas Avda. Corrientes 2038
Cuándo: Sábado 5, 12 y 26 de agosto. 22.30 hs.- Martes 8 de agosto a las 19.30.-
NUEVAS FUNCIONES: 
METROPOLITAN SURA
Miércoles - 20:30 hs - HASTA EL 26/2/2020

Para curiosos: “La coreomanía, danzamanía, enfermedad del baile, manía de bailar o, popularmente, baile de san Vito, fue un fenómeno social que se produjo principalmente en el continente europeo entre los siglos XIV y XVII. Se trataba de grupos de personas bailando de manera irregular, a veces miles a la vez. La manía afectaba a hombres, mujeres y niños, que bailaban hasta que se derrumbaban de agotamiento. Uno de los primeros brotes importantes fue en Aquisgrán, Alemania, en 1374, y se extendió rápidamente por toda Europa; un brote particularmente notable se produjo en la epidemia de baile de 1518 en Estrasburgo.
La manía afectó a miles de personas a través de varios siglos. La manía de baile no fue un hecho aislado, sino que fue bien documentado en los informes de sus contemporáneos. Fue, sin embargo, poco estudiada seriamente, y los diagnósticos se basan en conjeturas. En general, los músicos acompañaban a los bailarines, para ayudar a protegerse de la manía, pero esta táctica era a veces contraproducente, alentando más a participar. No hay consenso entre los estudiosos de hoy en día en cuanto a la causa de la manía de baile.1​
Algunas teorías proponen ciertos cultos religiosos detrás de las procesiones de gente bailando para rebajar su estrés y olvidar así la pobreza del período. Otros, sin embargo, piensan que es una enfermedad psicógena masiva en la que la aparición de los síntomas físicos similares, sin causa física conocida, afecta a un gran grupo de personas como una forma de influencia social.” (https://es.wikipedia.org/wiki/Coreomanía)



sábado, 22 de julio de 2017

UNA DE VAMPIROS


El título de la pieza está señalando una posibilidad entre varias de contar una historia sobre vampiros. La temática, de largo recorrido en la narrativa literaria, cinematográfica y también televisiva, se despliega en esta experiencia desde un posible abordaje coreográfico.
La danza es realizada por tres intérpretes que se ponen en la piel de todo aquello a lo que el término ‘vampiro’ podría remitir. Imposible obviar que en esta tarea se encuentran capas y entramados que son producto de la búsqueda de la joven Josefina Gorostiza, coreógrafa y directora de la obra.
Nos encontramos en un espacio sumamente luminoso y, podríamos pensar, contrastante con el ambiente nocturno que aloja a los vampiros. Allí el inicio recibe al espectador con un texto que actúa como prólogo “La belleza se esconde en lugares inexistentes”. Como la idea no es construir algo solemne, inmediatamente se rompe el papel.
Las intérpretes son tres chicas vestidas con trajes negros que luego de presentarse se alejan melancólicas.
Todo es blanco alrededor, y las luces de tubo que dan el tono al espacio en general, contrasta con lo oscuro de un fondo cubierto de una pila de bolsas negras de consorcio. Sobre la claridad aparente de las cosas, se insinúa explícitamente la negrura.
Cada elemento tiene un sentido en la escena y de ese modo las chicas pueden transformarse en animales que acercan el imaginario de Batman a la platea mientras se cruzan con algunas ideas parafraseadas y señaladas por la puesta, como que “la tierra es madre de monstruos” o “los sueños de la razón producen bolsas”.
Está en acción el imaginario de la noche con una ligera alusión a las drogas, o a la abstinencia de ellas. También aparece el deseo de la juventud eterna que no importa a qué costo conseguir. Por eso vemos representado el erotismo o autoerotismo. La histeria. El deseo siempre esquivo y la insatisfacción eterna. Además de la violencia, la sangre, o la apropiación del otro incorporándolo, comiéndolo, absorbiéndolo. Y de esta manera, aparece otra alusión a la personalidad vampírica,  ‘chupa sangre’, a aquello que te quita la energía, la vida.
Entre esas capas múltiples que juegan con el imaginario del vampiro, sale a flote la suciedad, la ciudad abarrotada, despersonalizada y mugrienta que gota a gota exprime la vida de las personas. Y la soledad en la que se encuentra el individuo frente a una sociedad que es cada vez más vampírica, trátese del abandono del Estado o de la cultura progresivamente atrapada en la red del mercado.
Entre los tópicos románticos de la noche y los fantasmas, navegan estas tres vampiras parodiando una moda que continúa sosteniendo el postulado “soy moderna, soy eterna”, frente a un mundo que se derrumba.
Con una puesta por momentos cinematográfica que no deja de lado el humor que este tema también ofrece, la pieza propone finalmente reflexionar con “el dolor de la eternidad”.
Porque no hay nada que aleje tanto a las personas del compromiso con el presente como la idea de lo eterno. Y el infinito puede ser realmente insoportable.

Qué: Una de vampiros
Quién: Idea y Dirección: Josefina Gorostiza.- Intérpretes: Ana Gurbanov, Marina Rodriguez Levy, SOL.- Iluminación y Espacio escénico: Matías Sendón.- Realización de escenografía y Asistencia de iluminación: Leonardo Ruzzante.- Video y Fotografía: Ariel Feldman.- Comunicación: Carolina Castro.- Diseño gráfico: Pablo Pràmparo.- Asistencia de dirección: Agustina Barzola Würth.-
Dónde: EL BRÍO - ESPACIO DE INVESTIGACIÓN TEATRAL Av Alvarez Thomas 1582 Teléfonos: 4551 6213


lunes, 17 de julio de 2017

RASTROS

La propuesta es el resultado de una investigación desde la danza aérea y contemporánea acerca de lo que deja huella. Ese rastro que queda de algo tan efímero como el movimiento en vivo.
El ambiente se presenta en un estado nebuloso donde los cuerpos se suspenden bajo una luz cálida que intenta atrapar sus contornos. Luego todo se clarifica y la danza sucede entre ellos como un canon, como una sacudida, un deslizamiento que a veces se ralentiza y transcurre en cámara lenta.
El vestuario de los intérpretes emula algo del orden laboral que nos puede remitir a la imagen de un taller textil, de un lugar de trabajo, y sin embargo, a la vez, transportarnos a las zonas brumosas del sueño.
Desde el fondo de la escena van y vienen atravesando el aire con esos cuerpos que por momentos se amalgaman en uno colectivo, o que se cuelgan y ascienden para danzar directamente suspendidos.
Hay en ellos una conciencia grupal que excede lo coreográfico. Para que uno ascienda con el arnés es necesario que haya otro poniendo su peso y esfuerzo en elevarlo, sosteniendo las sogas. Esta manipulación técnica no se oculta al espectador sino que está integrada sin disimulo, como parte del trabajo.

Así uno sube y danza en el espacio aéreo mientras otros observan y lo cuidan desde el suelo, acompañándose cada uno en su acción. El protagonismo oscila entre todos. Se manipulan y son manipulados, y de este encuentro nace también la expresión de la obra.
Cerrados en un abrazo que es lo único que los mantiene nivelados, dos intérpretes cuelgan de un lado y otro de la roldana. En un juego de pesos compartidos, mientras uno asciende gracias al descenso del otro. Es una danza pendular que los equipara en altura solamente en el momento del contacto, de la unión. Lo más bello simbólicamente en esta pieza aérea y contemporánea.
El rastro que queda de esta propuesta es la fuerza del contacto, del afecto, del impulso colectivo.
Y el placer de bailar, en la tierra o en el aire.

Qué: Rastros
Quién: Interpretación: Rodrigo Calvete, Gastón Santos, Milagros Coll, Lucila Shmidt, Mariela Loza, Amanda Berrueco.- Técnico en seguridad aérea: Sergio Costa Centeno.- Iluminación: Agnese Lozupone.- Diseño y realización de vestuario: Sara Bande.- Edición musical: José Ríos.- Asistente de dirección: Julieta Vazquez.- Asistente de producción: Cintia Sola.- Idea y Dirección: Ana Armas.- Producción: Compañía Abismo Danza.-
Dónde: Centro Cultural Ricardo Rojas. Sala Cancha. Corrientes 2038 - Tel: 4951-6743
Cuándo: Viernes 21 hs. (Hasta el 11 de agosto)








lunes, 5 de junio de 2017

SALIVA Y RITMO

Esta vez el Combinado Argentino de Danza (CAD) condimenta su propuesta de música y danza, con la poesía de Mariano Blatt. Lo hace en un escenario poco usual para la danza pero no para ellos que abordan todo tipo de espacios al alcance de la mano.
La terraza del Centro Cultural 25 de mayo se convierte en pista, en fiesta compartida. Con un espacio ambientado que da la bienvenida entre cocina, tejidos, remeras y libros, y una barra montada junto a una parrilla atendida por sus propios intérpretes.
De esta manera se mezclan arte y vida, y los bailarines te sirven los tragos o la comida como si esa tarea fuera parte de la performance. Para el distraído pasan desapercibidos y entonces se invierten los sentidos y es como si los trabajadores salieran a bailar al escenario.
Con ese acto mínimo, se pone en sutil tensión la afirmación de que la danza es también un trabajo. Detrás asoma la lucha de los trabajadores de este arte del movimiento por sus derechos laborales, y la ley nacional de danza que ha vuelto a presentarse este año en el Congreso de la Nación.
En escena, la fiesta comienza y se desarrolla entre las poesías suburbanas de Mariano Blatt, las palabras que el poeta suelta con esa cadencia musical tan particular de su voz, los textos que atrapan movimientos espontáneos de la danza, los sentidos que los bailarines acoplan, rompen, penetran o acompañan, la propia danza que juega consigo misma.
Cada evento hay otro poeta invitado que combina sus palabras con Blatt y con los bailarines.
La música te sacude el frío que trae este otoño. Los textos te ponen combativo el espíritu. La danza te da el impulso para poner el acelerador al alma que se arroja a la pista a revolcarse con los intérpretes y con la vida.
Cada uno es protagonista y vuelca parte de sí mismo en esa conjunción tan particular que es el CAD. Los artistas trabajan en escena y a la vez, construyen esos otros mundos paralelos tan necesarios para poder seguir respirando en esta hostilidad en que se va convirtiendo el planeta.
La sangre de la vida late en el arte.
Acá, el pulso urbano de una experiencia colectiva te lo ofrece con humor y pasión.
Nosotros lo festejamos.

Qué: Saliva y ritmo
Quién: Combinado Argentino de Danza Intérpretes: Nelson Barrios, Mariano Blatt, Villa Diamante, Agustín Fransoni, Oscar Gonzalez, Alex Heduvan, Jonathan Leiva, Bruno Lil'Dragon Klewzyc, Milo Moya, Valeria Polorena, Mariela Puyol, Jorge Salas, Andrea Servera, Pato Smink.- Musicalización: Villa Diamante y Pato Smink.- Iluminación: Fernando Berreta.- Ambientación: Marianela Fasce.- Artista plástico: Paula Duró, Alejandro Sordi.- Fotografía: Agustín Fransoni.- Murales en la Terraza: Paula Duró y Alejandro Sordi.- Management: Alejandro Mazzei.- Dirección: Andrea Servera.-
Dónde: COMPLEJO CULTURAL TEATRO 25 DE MAYO Av Triunvirato 4444 Teléfonos: 4524-7997 internos 212 Web: http://www.teatro25demayo.org /
Cuándo: Domingo 18 de junio, de 12.30 a 15.30

miércoles, 31 de mayo de 2017

MIS DÍAS SIN VICTORIA



“No me pasó nada maravilloso, simplemente me enamoré”
Es un espacio teatral, desarmado en su funcionalidad estructural que habitualmente dispone butacas para público y escenario para representación, nos da la bienvenida una mesa servida con copas de vino.
Mientras los espectadores se relajan con la bebida espirituosa de espaldas al escenario, un trío de música acomodado encima de la cabina técnica interpreta algunas canciones. Temas suficientes para introducir al público en una propuesta tan desarticulada como el espacio.
En el escenario se encuentran acomodadas un grupo de gradas para acomodarse a gusto. La gente se sienta expectante. Del otro lado, una chica se para y habla.
La protagonista da inicio a su relato desde las butacas, ella sola en ese lugar amplio y vacío que se ve aún más desolado sin el público que suele ocuparlo. 
Como si se tratara de una confesión, avanza en aquello que la martiriza contándolo en forma de diario. Así rememora los días en que conoció a Victoria, una bailarina a la que deseaba coreografiar. Mujer de la que se enamora sin poder concluir la propuesta artística esperada.
Esa historia es suficiente para desarrollar una puesta performática que juega con el espacio tomándolo todo para la presentación y representación de la aventura erótica. Entre las palabras, las imágenes que estas suscitan y los momentos de coreografía, se sintetizan, o lo intentan, todos los sentimientos mezclados que atraviesan a la protagonista.
Belén narra, presenta a sus compañeras y cómplices de este viaje íntimo, baila, grita, llora y se desespera. Se desnuda en su humanidad y hace carne escénica su vivir y sufrir. Sus palabras tienen el tono de confidencia a una amiga que prestara su oreja para aliviar un sentir sin fondo.
Más allá de lo real o ficcional del suceso, sirve en este caso para que las intérpretes pongan toda su corporalidad en escena. Para que el relato permanezca  vivo en cada movimiento representado.
Una propuesta que habla de lo más cercano, el amor, y su lado b, el desengaño, el dolor, la tristeza. Que lo cuenta como si lo reviviera en cada texto. Que lo muestra en los cuerpos que danzan cuando las palabras no bastan.
Un juego sobre la imposibilidad de salir ganando, victoriosos, ilustrado tan bien en el título de la pieza que alude a la Victoria que no es victoria.
Una pregunta por la vida y la transformación de sus devenires humanos en hechos estéticos.
Los días pasan, algunas cosas quedan, pero sin duda el arte nos sobrevive, no como pregunta cerrada sino como obra abierta.

Qué: Mis días sin Victoria
Quién: Autoría, texto y Dirección: Belén Arena.- Intérpretes: Jazmín Levitán, Solentina López, Maria Florencia Tangel.- Performers: Fiorella Álvarez, Belén Arena, Gabriela De León Esperanza, Fernando Xavier Ibarra, manuela Suarez Poch.- Diseño de luces: Matías Kedak.- Audiovisuales: Lucas Penyafort.- Artista plástico: Raina Todoroff.- Asistencia general: Gabriela De León.- Asistencia Creativa: Fiorella Álvarez.- Asistencia de dirección: Jazmín Levitán.- Producción: Belén Coluccio, Azul Masseilot Giulano.- Colaboración artística: Fiorella Álvarez.- Supervision Artística: Marina Quesada.- Puesta en escena y Colaboración en dirección: Marina Otero.- Duración: 75 minutos
Dónde: CENTRO CULTURAL RECOLETA Junín 1930 Teléfonos: 4803-1040 Web: http://www.centroculturalrecoleta.org Entrada: $ 120,00

Cuándo: Sábados 21:00 hs

sábado, 13 de mayo de 2017

POR QUÉ NOS GUSTAN TANTO LAS LUCES

El título de la propuesta invita a la reflexión. Las luces a las que aluden pueden ser tanto las escénicas, haciendo referencia a lo que significa la exposición de la escena, como las luces del intelecto, señalando así cierta fascinación por el pensamiento, la abstracción y lo conceptual.
Todo empieza, en el aquí y ahora teatral, frente a una pantalla que se presenta como muro. Es una división que resulta tajante porque está ubicada en primer término en el escenario y oculta lo que hay detrás, cuestión que causa cierta intriga. En un lateral, apenas visibles también, se observan una mesa con equipos y computadora, y dos personas sentadas allí que manejan la técnica.
Al principio, la propuesta genera una creciente expectativa. Se oye música, que parece salir desde un celular, como si hubiera alguien escuchando fuera de cuadro, clichés de música lenta de los ’80 y ’90.
Así se va construyendo un clima que puede resultar algo confuso ya que los intérpretes no aparecen en escena hasta un tiempo después. Mientras, se oyen ruidos y se intuye que algo sucede por detrás de la pantalla. Como si el público estuviera ubicado en la zona de atrás, fuera de la escena, testigo espía de aquello que no forma parte de la obra.  
Lentamente se va descubriendo la propuesta, que utiliza recursos cinematográficos, y donde se puede ver lo filmado en la pantalla del frente del escenario, a la vez que se vislumbra que aquello se está filmando por detrás.
El espectador se constituye como backstage -el detrás de escena- como si ese estar afuera le permitiera colarse en aquello que no está pensado para ser visto.
La obra ubica al espectador en ese lugar de cómplice de aquello que constituye el fuera del cuadro, los recortes laterales que rodean lo que la cámara capta y transmite, lo que no forma parte de la obra final. Presentándose a la vez, como un juego entre lo íntimo y lo público, la pieza juega con la intimidad como espectáculo y la intimidad del espectáculo.
Algunos se retiran de la sala, impacientes por esos fragmentos que se le presentan como obra.
Dentro de esta propuesta, se develan distintos procedimientos técnicos que componen la arquitectura de la filmación en vivo. Todo el despliegue que se organiza para llegar a aquello que el público ve proyectado, entra en cuadro y forma parte de la obra.
De esta manera se entremezcla el universo ficcional que está filmándose en los laterales o detrás -y que se proyecta en la pantalla-, y la ficción que conforman todos esos elementos, que es la que el espectador presencia desde las butacas.
A medida que avanza en su desarrollo, los intérpretes se muestran frente al público para vincularse directamente con la pantalla como si ésta tuviera vida propia. Allí aparecen textos dirigidos a ellos y a los técnicos, como si fueran indicaciones independientes que vinieran de la máquina convertida en director omnisciente a los que se supeditan. El humano a merced de la tecnología como bajo el mando de un dios cibernético.
Todo es una gran coreografía compuesta por esos movimientos en el espacio que se presentan en forma de danza, como algo fluido, como caminatas, como cortes, como detalles, como direcciones en el espacio. La mirada es dirigida por la cámara pero puede fugarse a hacia el contexto. Como algo público, o íntimo pero compartido.
En estas puestas, que podrían considerarse conceptuales, la metáfora puede percibirse atravesada por el pensamiento, sin que se devele como poética durante el convivio teatral. Debe ser metabolizada, intelectualizada. Son obras que necesitan de la explicación del programa de mano, de lecturas previas, del ejercicio mental, para ser comprendidas.
En un mundo atravesado por lo virtual, donde la realidad se construye entre las redes, los medios y la calle -siendo esta última un espacio de afectividades que queda tantas veces por fuera-, la verdad de la vida real se escapa, se filtra en esos “mecanismos técnicos para lograr un efecto”. Por eso, vale la pena formularse la pregunta: ¿ qué luces son las que nos gustan?

Qué: Por qué nos gustan tanto las luces
Quién: Escenografía: Mariana Tirantte.- Iluminación: Sebastián Francia.- Video: Nicolás Della Valentina.- Creación y dirección: Fabián Gandini, Florencia Vecino.-
Dónde: CENTRO CULTURAL GENERAL SAN MARTIN Sarmiento 1551 Teléfonos: 4373-8367 Fax 4374–1251/59 int. 273/278.-
Web: http://www.centroculturalsanmartin.com/

Cuándo: Miércoles y Jueves - 21:00 hs - Hasta el 25/05/2017

sábado, 25 de marzo de 2017

HERONIÑA

“Cualquiera sea la causa que defienda la heroína parecería haber siempre una fuerza que la mueve hacia ese fin.” (Gacetilla de la obra)
La heroína de esta historia nos recibe con su presencia en escena. La puesta es muy plástica, fotográfica. El espacio está dividido en dos cuadrados blancos de luz ubicados en diagonal uno respecto al otro. Como un tablero de ajedrez gigante donde solo destacaran dos jugadores.
En cada espacio iluminado están los protagonistas de la pieza. Fabiana, súper heroína, en uno, y un listón de madera sostenido como si fuera una barra en otro. El listón está ubicado en diagonal a la intérprete y tiene afilada la punta que mira hacia ella. Esta sola imagen en la quietud de la sala vibra con su movimiento plástico. Percibir esas tensiones que generan las diagonales ya es algo potente.
Fabiana comienza por explorar su propia carnadura. Se come, se muerde, se huele, se saborea, se siente. Juega con la boca y con la nariz, con los sentidos del olfato y el gusto, como si fuera la percepción primera del mundo por parte del infante. Se descubre sensorialmente ella misma como analizando eso de lo que está compuesta.
Frágil y fuerte, su cuerpo se sumerge entre rebotes, caídas, deslizadas, arrastradas. Danza que esquiva aquello que está ahí presente como una amenaza o una posibilidad.
Ella, cuerpo móvil, latente, flexible, frente a esa línea de madera que se opone pero se presta a participar en el movimiento. Múltiples significaciones puede adquirir la simple madera. Lo cierto es que representa el mundo exterior.
Ella se clava la flecha que atraviesa el espacio de la sala de manera casi descomunal. O juega como si fuera una jabalina. O la convierte en la aguja de un reloj de sol, que gira enloquecida rompiendo las horas y los días. Ella maneja el tiempo, los tiempos, su tiempo. Escribe su presente con este lápiz gigante, esta figura fálica sobre la que se acuesta encima, al lado. Su cruz.
La heroniña vence los obstáculos y se entrega a la vida, confía ciegamente. Avanza desfilándose y desafiándose a sí misma.  Es su propia heroína, su propia droga, adicción. Es su propio propósito, su meta. Es una niña en los brazos de su madre y eso la vuelve ‘todo poderosa'.
Ella es también su técnico de sonido y devela el trabajo poniendo la música en un dispositivo in situ. También hay algo del movimiento como tarea en algunas de las acciones de la pieza. Como técnica, rompe un poco el encantamiento, pero es parte de su ser performático no dejarnos caer en ensoñaciones.
Aparece la música, el amor, una especie de duelo danzado, de rotura de corazón, y un camino blanco de luz en el piso se perfila como un pasaje a otro lugar.
Quien haya visto a Capriotti en otras propuestas podrá apreciar que la composición espontánea de su danza es lo que conocemos de la bailarina. Las acciones performáticas que desarrolla junto a ese increíble instrumento que es la madera, son la novedad de esta propuesta. De una belleza poética potente en donde una Fabi novedosa asoma.

Qué: Heroniña

Quién: Idea, interpretación y Dirección general: Fabiana Capriotti.- Director Asociado: Carlos Casella, Lucía Magdalena Disalvo, Marina Giancaspro.-