La
danza, ese arte fugaz y evanescente, es tanto más fugaz por estas tierras donde
ninguna pieza permanece en cartel el tiempo suficiente para ser ampliamente
vista.
Así
pasan igualmente los festivales, cual suspiros donde se amontonan los horarios,
se superponen las únicas funciones, o las sedes se encuentran tan distantes que
es imposible llegar a hora.
Esta
vez tuvo el honor el VII Festival Buenos Aires de Danza Contemporánea que ardió
en 4 días de climatología inestable.
Allí
es donde esta pieza tomó cuerpo y lugar, para luego esfumarse a los parajes del
recuerdo.
Eso que es la cosa es un solo de a 2. Un solo creado por las bailarinas Bárbara Hang y Ana
Laura Loza en la distancia, para ser representado por cada una de ellas en
cualquier momento y lugar.
La
danza comienza a partir de estar ahí, al lado de la coreógrafa que se ubica muy
cerca del público. Entonces inicia el movimiento. Unas vibraciones que laten al
compás de una música electrónica que se repite como un loop sin parar.
Desde
el movimiento parece plantearse lo que podría denominarse una micropoética del
detalle. Por la construcción minuciosa de un universo poético a partir de un trabajo pequeño extremo, detallista.
Vibraciones
(movimientos cortos y rápidos) en contraste con movimientos lentos que apenas
desplazan el cuerpo en un mínimo espacio. Una lentitud que juega con equilibrios
y desequilibrios, como un fuera de eje,
pero en realidad está soportado sobre una muy buena base que sostiene este juego con el
desequilibrio constante.
Ella
vibra con unas leves pero intensas sacudidas que parecen palpitaciones. Es un
cuerpo que late convulsionado y que desde esta energía observa al espectador.
Porque la intérprete clava sus ojos firmes sobre los del público que mira casi
atónito. Una mirada fija directa. Mirada que increpa, que incomoda.
La
música, con sonidos que mezclan la discoteca y el videojuego, plantea desde el
inicio un loop constante, un volver a sonar una y otra vez, como una especie de
eterno retorno sonoro.
La
repetición sucede hasta la exasperación, el hartazgo. Luego se produce una
explosión suave que da lugar a cierta catarsis.
Las
secuencias de movimiento planteadas juegan con luces y sombras, con música y
silencio, con la alternancia de algo que se sostiene en un tenue equilibrio. Con
la agitación permanente que esconde en las profundidades una serenidad móvil.
Porque en el movimiento contínuo hay cierta quietud agazapada.
Cabe
pensar qué es la cosa, cuál es la cosa, qué pasa con la cosa, como si de una
esencialidad de los cuerpos se tratara.
O
aventurarse a afirmar que eso que está ahí, a la vez oculto y develado, que estalla
y se contiene, que tiembla y se acurruca, es la cosa, el quid de la cuestión,
ese algo inatrapable de la danza.
Qué:
Eso que es la cosa
Quién:
Autoría: Barbara Hang, Ana Laura Lozza.- Actuación: Barbara Hang.- Iluminación:
Leo D' Aiuto.- Música: Ellen Allien.- Diseño gráfico: Catalina Fernández.- Asistencia
general: Agustina Cámara