El nombre que titula esta
pieza nos remite a la palabra claustrofobia pero fonía, el sufijo utilizado
acá, indica sonido, voz. Esta conjunción inventada nos lleva a otro sentido que
podría conjugar el miedo a los espacios cerrados con el sonido, en una especie
de encierro sonoro.
Al entrar a la sala se
percibe movimiento. Las butacas están dispuestas alrededor de un espacio rectangular
donde hay un par de columnas. Todo envuelto en oscuridad. Varios hilos
circundan el espacio y dejan al público dentro de esa maraña que construye una especie
de red.
Una mujer tirada en el piso permanece
quieta. Al levantarse, la silueta dibujada sobre el suelo muestra una forma que
emula una escena del crimen. Única mujer cuyo cuerpo vestido de una claridad
elegante contrasta frente a la ropa de operario de los hombres.
Suena un instrumento extraño
y la danza sucede generando imágenes diversas. A veces una masa humana caótica.
Otras son animales o jugadores de rugbi. Cierta rudeza asociada a lo masculino
antes de la deconstrucción. Algunos textos brotan como gritos produciendo un desborde
auditivo catártico.
Los cuerpos se apoyan, se
tocan, se impulsan de maneras diferentes. Danzan en medio de la experimentación
sonora. La música proviene del Bajobony[1], un instrumento que es
como un mueble y que tocan dos hombres en un extremo de la sala. Sus cuerdas
vibran mientras la música y los hilos rodean al espectador y a los intérpretes.
El espacio se vuelve cada
vez más pequeño, más complejo, más cargado.
En el grupo que danza, el
contraste con la mujer se evidencia pese a los intentos de ella de sumar la
misma calidad de movimiento. El vestuario, el pelo largo y suelto, la forma en
que los hombres la tocan. Todo marca una diferencia, no sabemos si de roles, de
energías, de géneros. Una diferencia que tensiona.
Claustrofonía es una
propuesta donde lo sonoro se multiplica en el lugar, atravesado por líneas, salpicado
de danzas. Un viaje de sonido y trazos que terminan cerrándose. Una maraña de
sensaciones que envuelve al espacio escénico al completo, aunque la podadora avance
cortando el enredo.
Qué: Claustrofonía
Quién: Idea: Francisco
Casares, Mauro Koliva, Laura Peña Nuñez.-Intérpretes: Lucas Coria, Julián
Dubié, Juan Manuel Iglesias, Josefina Imfeld, Carolina Mathias, Paula
Zacharías.- Vestuario: Juan Manuel Iglesias.- Diseño de luces: Adrián
Cintioli.- Video: Paula Zacharías.- Música original e interpretación en vivo:
Francisco Casares, Mauro Koliva.- Dibujos: Mauro Koliva.- Diseño gráfico: Francisco
Casares.- Dirección: Laura Peña Nuñez.-
Dónde: El Sábato Espacio
Cultural.- Pres. José Evaristo Uriburu
763
Cuándo: viernes 22 y 29 de
marzo a las 21hs
[1] Bajobony
es el proyecto sonoro del artista visual Mauro Koliva, cuyo centro es un
instrumento de cuerdas electroacústico de grandes proporciones que despliega
una sonoridad espesa -entre noise y drone ambient- amplificada y procesada por
pedales de efectos. El Bajobony se articula en el espacio como una instalación
escultórica capaz de albergar en su interior a una persona.