El fuego arde y su flama se eleva. Es una imagen
que vale para metaforizar las pasiones. Un sentir que esta pieza de danza
dirigida por Mauricio Wainrot ha querido plasmar en el escenario.
A partir de los cuerpos del Ballet Contemporáneo
del Teatro San Martín, su director ha puesto en escena una coreografía que se
apoya en la intensidad de la música.
Flamma Flamma - El
Réquiem del Fuego (primera parte de la trilogía operística Las crónicas
de Accacha) es una obra musical compuesta por el belga Nicholas Lens. Este réquiem
inunda la sala del teatro con sus sonidos potentes, sus armonías vocales en
combinaciones eclécticas, con sus arreglos poéticos y maravillosos. Puede hacer
que cualquier oído se entregue fácilmente al placer de escuchar esta música que
se apodera de la sala.
Difícil es, por tanto, que la coreografía gane
protagonismo.
En un escenario casi vacío, con apenas un telón
de fondo que se asemeja a una cortina transparente de plástico y que sirve de
pantalla para alguna proyección, el espacio se presenta abierto para recibir a
los bailarines.
Ellos hacen su entrada con el nivel técnico que
los caracteriza, al que se le suman, además, algunas huellas de aquellos
coreógrafos independientes que pasaron este año por el Ballet. Marcas de las que
sus cuerpos contemporáneos se apropian y que enriquecen la interpretación.
Los juegos corporales de los bailarines remiten
a movimientos conocidos dentro de los estilos más académicos de danza
contemporánea, salvo por algún que otro desliz que otorga aire fresco a las
producciones del Ballet.
El vestuario está claramente basado en la idea
del fuego, con unas mallas y polleras que hace ver a los bailarines como llamas
danzantes. Chispas que son completadas por el maquillaje y los arreglos de
peluquería, un trabajo conjunto que transforma a los y las intérpretes en
verdaderos duendes ígneos.
La iluminación acompaña desde lo alto en
complemento y apoyada en un momento por una proyección de fuego. No hay escenas
íntimas desde la luz, todo es amplio.
La pieza fue disparada y elaborada desde la
música, encontrada azarosamente en una casa de música como bien relata Wainrot:
“En 2001, luego del estreno de Las 8 estaciones en Amberes por el Ballet Real
de Bélgica, Carlos Gallardo, escenógrafo y vestuarista de la obra, y mi
compañero de vida, encontró en una casa de música un CD del oratorio Flamma
Flamma, y lo compró para que lo escuchásemos juntos.” Música que influenció al
director, quien tuvo que esperar más de 10 años para finalmente poder plasmarla
una obra. “Era de alguna manera muy ecléctica, y justamente por eso me pareció
muy interesante para crear una nueva obra integral” añade.
Sería realmente interesante poder contar con una
orquesta y un coro que acompañara al Ballet para la realización de piezas integrales
tan emocionantes como esta.
El fuego dador de vida, que todo lo consume, que
hace arder, que limpia, que ilumina. Transformador y destructor. Metáfora de la
pasión y del hombre -pequeña llama que arde. De los principios explosivos del
universo y de los finales, cuyas cenizas alientan esperanzas.
De ese fuego motor nació esta pieza para arder y
consumirse en las danzas del recuerdo.
Qué: Flamma Flamma
Quién. Coreografía y Dirección: Mauricio Wainrot.-
Iluminación: Alejandro Le Roux, Eli Sirlin.- Video: Martín Gómez, Marcelo
Manente, Pablo Yurrebaso.- Escenografía y vestuario: Graciela Galán.- Música:
Nicholas Lens.-
Dónde: TEATRO GENERAL SAN MARTÍN.- Avda. Corrientes 1530.-Teléfonos: 0800-333-5254
ó 4371-0111/18 www.teatrosanmartin.com.ar