Una
propuesta de danza que reflexiona sobre si misma en un intento por develar y/o
desmembrar los estereotipos.
Un
solo hombre, desdoblado en la virtualidad de una pantalla con la que interactúa,
es quien pone su existencia para dar vida a la escena de la pieza.
Al
principio, el bailarín toma el espacio y lo ocupa con sus movimientos que
remiten a corporalidades diversas como las del hip hop, la danza contemporánea,
la capoeira, las artes marciales o de lucha.
Luego,
una sorpresa. La detención del correr de ese tiempo espectacular inaugurado y
la intervención de otro personaje que interpela desde su imagen proyectada.
Inicia
así otro momento de la propuesta que la hace ver como un ensayo, o un work in progress. Una instancia que
invita a la reflexión sobre el mismo acto del crear coreográfico. Donde se
exponen y hasta parodian, cuestiones de la dirección, de la puesta escénica,
del arte conceptual, de cierto snobismo en el producir artístico.
En
medio de eso: el cuerpo. El cuerpo como eje y centro del bailar pero también
del existir. Un cuerpo orgánico que se rinde ante las exigencias de la
dirección, que explota y expone sus movimientos y dificultades. Un cuerpo que
representa y se presenta. Que juega con ser bailarín que actúa o actor que baila,
y permite abrir la discusión entre aquellas representaciones denominadas
danza-teatro. Que también juega con los límites entre la ficción y la realidad.
En
el inicio, la pieza se dirige hacia un lugar de interpelación disparadora para
el pensamiento. Luego, bordea el devenir simple exhibición de danza debido a un
uso del movimiento que –aunque portador de características interesantes- puede
tornarse un poco repetitivo por su extensión.
Una
pequeña luz amenzada de terminar convertida en un auténtico estereotipo.
Qué:
Un estereotipo
Quién:
Intérprete: Nicolas Besasso.- Música: Fabian Kesler.- Asistencia general:
Antonieta Diomedi, Victoria Keriluk, Fabian Kesler.- Dirección: Rocio Antunez
Rubio.-
Dónde:
Pata de Ganso