Luego de esperar unos minutos en la antesala, el público
se acomoda en un espacio sin privilegios aparentes. Hay butacas a ambos lados
del espacio escénico y muchos limones desparramados por ahí.
La acomodadora es parte de la pieza e interpela con su presencia sobre aquello
que forma parte o no del espectáculo, o en qué momento empieza una obra.
Cuando convencionalmente da inicio, descubrimos que las bailarinas
están ubicadas entre el público. De alguna manera, todos somos parte de la escena.
Hay una danza absurda, un encuentro entre dos intérpretes
que se desplazan y se vinculan desde un lugar invertido, modificando la perspectiva de la verticalidad y el desplazamiento habitual. Cada movimiento
se produce desde allí hasta que un cambio de dinámica las corre. Entonces una bailarina estilo clásico español aparece en escena
moviéndose como si estuviera saludando o a punto de iniciar una danza que no
inicia, jugando con las expectativas de los observadores. Avanza la acomodadora y realiza movimientos de espaldas a parte del
público (lo destina a un sector), marcando adrede diferencias en las ubicaciones. Todo parece estar dirigido a despejar dudas o a meter el dedo en la llaga acerca de lo adecuado o no en una obra de danza.
La ruptura sorprende con tres intérpretes que se lanzan limones e incitan al
espectador a participar. Batalla campal de limones mientras la bailarina
española danza su solo muy estirada y sonriente. Los limones vuelan y son
atrapados en canastas. Pausa. Nuevamente sorpresa. En una mesa con los ingredientes necesarios
para preparar caipirinha, cada una se hace un trago mientras danza al unísono
en una coreografía de barman. Al retirarse con sus tragos, una voz en off
invita al público a imitarlas y servirse, a la vez que acentúa la situación de
estar a solas, sin que nadie los espíe. La gente se acerca y se sirve, ríe, comenta,
bebe y se sienta.
En ese momento, la voz en off le habla al público
contándole cosas que sabe del mismo. El espectador se asombra porque puede sentirse
identificado. Siente que está presente en el relato como si formara parte importante de la obra. El espectador quiere ser protagonista de la función. Se genera un ambiente
risueño y distendido.
Ellas vuelven y bailan reproduciendo
movimientos que pueden resultar reconocibles para algunos. Son pasos que
pertenecen a distintos estilos de danza. Como si fuera una coreografía pastiche
de la danza con elementos de clásico, jazz, tango, folclore, flamenco, árabe,
cumbia, zumba, etc.
La propuesta está orientada al espectador, a sus deseos
ocultos, a sus proyecciones, a su estado de expectación. Y es un acto de
confesión sin pretensiones, que pone en escena abiertamente todo aquello que se
supone que espera el público de una obra de danza.
Una canción final nos habla de no estar aburrido mientras
repite ad infinitum esa frase sobre el aburrimiento para dar cierre a esta pieza
posmoderna y fresca. Puesta que logra integrar los componentes que mezcla, como
en un trago, en un todo abierto, delicioso y personal.
Qué: Caipirinha
Quién: Interpretación: Ana Inés García, Milva Leonardi,
Caterina Mora, Quillen Mut Cantero.- Iluminación: Agnese Lozupone.- Diseño
gráfico: Ignacio García Lizziero.- Asesoramiento de vestuario: Josefina Lopez,
Lucila Medjurechan.- Asesoramiento artístico: Luis Biasotto.- Creatividad:
Victoria Castelvetri, Ana Inés García, Milva Leonardi, Caterina Mora, Quillen
Mut Cantero.- Dirección: Victoria Castelvetri.-
Duración: 50 minutos
Dónde: CENTRO CULTURAL RECTOR RICARDO ROJAS UNIVERSIDAD
DE BUENOS AIRES Av. Corrientes 2038 Teléfonos: 4954-5521 / 4954-5523
Cuándo: Sábado - 21:00 hs - Del 04/06/2016 al 30/07/2016
Entrada: $ 60,00 –