La danza comienza, ella está
en la escena. En quietud o moviéndose. Todo el cuerpo está presente alternando equilibrios, desequilibrios, temblores, formas
aplomadas o más arriesgadas. Su rostro expresa inquietud, calma, alegría,
seriedad, alternadas sin motivos aparentes. Se mueve y congela pausando gestos.
De la misma manera, la
música es algo que está allí aunque también podría no estar, no hay una
supeditación a una partitura sonora. Pareciera existir un patrón interno,
desconocido, quizás incluso flexible. Como también se podría pensar que cada movimiento
va surgiendo espontáneamente en ese devenir. Movimientos que dan cuenta de una
corporalidad, una estructura que articula sus huesos y su musculatura, que
emplea la fuerza o la libera, que resiste o cede.
Así sucede la danza entre lo
mismo, lo parecido, lo casi distinto y lo distinto, que atraviesa el espacio como
un loop o una reminiscencia de algo que fue, que pasó o se evocó. De esta
manera surgen los mundos que construye el gesto en el empleo del tiempo, entre
lo azaroso y lo planificado.
En la abstracción simbólica
del despliegue de una danza, es el espectador quien colabora en el sentido. Quizás
aterrizando en su propia corporalidad, percibiendo impulsos, sintiendo los
movimientos rebotar en su cuerpo, o simplemente pensando sobre la danza y el
mundo.
Pero siempre con una
pregunta abierta, como una historia que se narra une a sí misme.
Qué: Abrazo al tigre
Quién: Idea, dirección e
interpretación: Lucía Fernández Mouján.- Asistencia de dirección: Laura Monge y
Natalia Tencer.-| Diseño de Luces: Omar Possemato.-| Dirección músical: Agustín
Flores Muñoz.- Músicos/a: Majo Valerio, Juan Ignacio Ferreras, Martín Waisbrot.-
Técnico de sonido y grabación: Martín
Waisbrot.- Vestuario: Silvina Bolognini.-
Fotografía: María Zorzón.-
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