En un espacio que
parece en ruinas hay dos seres sentades
de espaldas en el suelo y en pose, cual majas desnudas. Realizan movimientos
lentos con la misma parsimonia como si estuvieran bajo el agua, en un ralentí
fílmico o flotando en la inmensidad del espacio. Como si el aire fuera denso, como
si tuvieran que atravesar mercurio, generan un mundo paralelo de seducción y
destrucción.
Estos seres,
similares a personajes subacuáticos, se podrían identificar con unas sirenas si
los vinculamos directamente con el título de la obra.
Las sirenas no tienen
buena prensa en la mitología. Figuras que engañan a los marineros con su canto
para luego arrastrarlos a las profundidades marinas, mitad humanas, mitad pez.
E incluso, se lee por ahí que poseían alas que les fueron arrancadas al perder
uno de esos concursos divinos del panteón griego.
En el presente post
industrial, estas sirenas están llenas de ira. Lo expresan tanto con la actitud
corporal como con la gestualidad exagerada del rostro.
Sus movimientos
desprenden cierta deformidad que se ve acrecentada entre las sombras sostenidas
y las luces titilantes. Danzan su mundo en un ambiente sórdido que podría ser el
fondo del océano, un frigorífico o un depósito, donde el verdín mohoso de las
paredes multiplica las sombras en paralelismos corporales.
La música acompaña, en
un in crescendo, esa especie de
estado mental en el que los dos intérpretes sumergen al espectador. Yendo del
clima noise, hacia las melodías más
suaves que contrastan con la gestualidad extrañada de los cuerpos.
La deformidad corporal
aparece también en el juego con el vestuario, donde quitarse la ropa puede
emular una transformación, una transmutación, un cambio de naturaleza. Como un
rito de pasaje, salirse de una piel para ser otra.
¿Ser sirena iracunda
implicaría la rebelión de un ser incomprendido y menospreciado que ahora se
alza estirando los límites de su propio espacio vital?
Que la experiencia en
el convivio de la escena cierre o sostenga la pregunta.
Qué: La ira de las
sirenas
Quién: Autoría y
dirección: María Kuhmichel.- Intérpretes: Federice Moreno Vieyra, Matias
Rebossio.- Vestuario: Soynanasoy.- Diseño de luces: Omar Possemato.- Música
original: Pablo Bursztyn.- Fotografía: Paola Evelina.- Diseño
gráfico: Julieta Vela.- Asistencia de dirección: Florencia.- Agradecimientos: Magali
del Hoyo, Martín Gil.-
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