En estos tiempos podemos
considerar casi una utopía el deseo de envejecer junto a alguien. Quizás para
los jóvenes que se encuentran entre la generación millennial y la Z, entre la frustración y la irreverencia (como los
caracterizan), no sea siquiera algo a considerar, o más bien no esté el deseo
de envejecer con alguien. No sabemos.
Aquí, estos bailarines toman
las pistas escénicas en una época donde la danza se expande desde la Generación
UNA/movimiento. Crecimiento feliz de jóvenes que danzan y elijen expresarse
desde el cuerpo. Otra forma de vivir, sensorial y presente. (Aunque realmente vivir
del arte continúe siendo una utopía)
Un grupo de aspecto informal
permanece al fondo de la escena mientras los espectadores se acomodan en el
espacio. Esperan atentos pero aparte. La
ambientación es actual, de aspecto jovial, vivaz.
Suena música electrónica, para
bailar. Un ritmo bien activo que recuerda la noche, la disco, la fiesta.
Improvisando sobre asuntos de
la danza, los movimientos se mezclan con los brillos en el vestuario y con esos
gestos mínimos donde el acto de mirar ocupa un lugar que subraya también las
dinámicas de aquellos espacios nocturnos de baile.
La empatía surge como una
forma de espejar el movimiento del otro y así poder construir una corporalidad
colectiva que empieza segmentándose en diversas tribus urbanas que confluyen en
distintos reagrupamientos.
En esas situaciones de danza
conviven el solo y el grupo en simultáneo, como en una improvisación musical.
Cada uno es su instrumento y tiene la posibilidad de unirse a la sonoridad
corporal del otro.
Se crean variadas
configuraciones espaciales en un continuum que produce una tensión entre el
agotamiento, el aguante y el cansancio, donde se ponen de relieve la transpiración,
la respiración, la agitación, los suspiros, el aparente silencio: toda la
fisicalidad de los intérpretes.
En esa dinámica de energías,
gestos, formas corporales y espaciales, aparece una especia de estado de trance
que surge al superar el cansancio. También asoman preguntas en relación a ese
movimiento ininterrumpido que sostiene toda la obra. ¿Hasta dónde resiste un
recurso? ¿Cuánto puede un cuerpo? (Algo que dialoga con la obra Coreomanía,
contemporánea de esta en su incansabilidad)
El ritmo de los cuerpos en
algún momento se detiene, dejando quizás al espectador con repentinas ganas de
bailar.
Qué: No envejeceremos juntos
Quién: Intérpretes: Ángeles
Piqué, Ignacio García Lizziero, Federico Pérez Gelardi, Lola Caniggia, Cielo
González Smith, Paula Cladirola, Paula Blanco, Flor Hart, Brenie Gora. - Concepto de vestuario: Florencia Mangini. -
Diseño gráfico: Julián Augusto Cánepa. - Fotografía: Xavier Martín y Paula González.
- DJ & Dirección: Lucas Cánepa. -
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