“No estoy interesado en las
cosas que me rodean, sino en el misterio de la llama siempre ardiente, llegando
de ninguna parte, manteniéndose ella misma en sí, frente a cualquier cosa que
alumbre." D. H. Lawrence (Gacetilla
de la obra)
El amor. Estar enamorado. Una
primavera constante en el estómago.
Pablo Rotemberg pone en
escena su imaginario a partir de este sugerente título sumergido en el amor.
La sala cobija al espectador
mientras una voz en off relata en la lengua del amor un texto que comienza tu est comme… (Tú eres como...)
Sombras que se vuelven
cuerpos desnudos, avanzan por un puente lateral. Todo el cuadro es bello. Tiene
un gran sentido pictórico, una construcción de luces y sombras que se mece entre
Goya y Caravaggio. También la belleza del cuerpo masculino desfilando hacia
algún cadalso, con sus siluetas silenciosas pisando la escena.
Los hombres se mueven y en
su danza se mezclan jugadores de rugby y chicas histéricas. Están en una
discoteca o en un vestuario de club. Luchan y se aman. Juegan con el estereotipo
del hombre de publicidad de desodorante, que se levanta de la cama, con su olor
a macho poderoso.
Las escenas desbordan
erotismo y sensualidad. Besos, amor y pasión. Dúos, tríos y cambios de rol. Son
una manada de leonas. Fieras enloquecidas atravesadas por la violencia y el sexo.
La pieza construye una
coreografía de lo porno. Una pornografía homosexual hecha danza. Un
atravesamiento de las sexualidades que desarma juicios o prejuicios, donde la mecanización
de los movimientos del acto sexual no hace más que develarnos la biomecánica
del ser humano a la vez que desnuda toda su animalidad.
Una fila de hombres pegan en
el pecho de otro que resiste la embestida, se la banca, aguanta los golpes con
estoicismo. Hay algo de la ridiculez de aquella forma de masculinidad que
habría que alcanzar a fuerza de golpes. También se cruzan aspectos del mundo
sado masoquista, saltando del puñetazo al beso embravecido, como si hurgara en
lo más primitivo del ser humano.
Giros de lo pornográfico a
la violencia, del amor a la agresión. De la mecánica a la animalidad. Y en esos
extremos llenos de potencia, la belleza del cuerpo humano se expresa en toda su
plenitud, liberando grandes dosis de energía, sometida a siglos de sexualidad
contenida.
En esa especie de ridiculización
de lo genital, la vista se sobre excita, llega al éxtasis y lo sobrepasa. El
cuadro viviente se convierte en una orgía de faunos que nuevamente pasan de los
besos a los golpes. O de la fiesta erótica a la ronda infantil, sin solución de
continuidad. Y que acentúa este carácter
travieso, entre niño y criminal, que anida en cada uno de ellos.
Como una danza de la era
post porno, estos cuerpos que interpelan con furia la conciencia del
espectador, sacuden los cimientos sobre los que se apoya la falsa moral de la
culpa cristiana.
Bailar es estar enamorado.
Porque el cuerpo es una
fiesta.
Qué: Mujeres enamoradas
Quién: Intérpretes:
Pablo Castronovo, Ramiro Cortez, Javier Crespo, Eddy García, Leonardo Gatto,
Ivan Haidar, Gaston Osiris, Emmanuel Palavecino, Mauro Podesta, Sebastian
Villacorta.- Espacio escénico y Objetos: Mirella Hoijman.- Diseño de vestuario:
Paula Bianchini.- Diseño de luces: Fernando Berreta.- Edición musical: Franco
Calluso.- Fotografía: Paola Evelina Gallarato.- Diseño gráfico: Yanina García.-
Asistencia de dirección: Milva Leonardi.- Producción ejecutiva: Brenda Lucía
Carlini.- Dirección: Pablo Rotemberg.-
Web: http://www.vimeo.com/pablorotemberg Duración:
90 minutos
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