jueves, 29 de abril de 2010

JUJUY

Una tierra que está adentro, pero sin embargo lejana. Eso parece Jujuy. “Revela el mapa crudo de aquello que tiende a ocultarse”, señala su gacetilla. Un mapa crudo, como una tierra olvidada, como un espacio alejado. La distancia que separa a los dos intérpretes de esta pieza. Paradójica distancia que los une.


El arte siempre se vincula con la vida, es parte de su expresión. Por eso es imposible evitar leer al autor en la expresión artística. Tratándose de danza, el director no puede callar a través de esos cuerpos que dirige. El director habla con estos cuerpos que son su voz en el espacio, son las letras que articula dejando ver una parte del texto. La otra se completa en el espectador, el lector del movimiento, la luz y el espacio.

Aquí va una lectura.

En Jujuy hay una unión en el desacuerdo, en la desunión, en la diferencia entre el hombre y la mujer. Existe también una especie de simbiosis entre ambos, con el juego de cambios de vestuario -donde están los dos vestidos como él al principio o como ella, con pollera- parece proponer distintas posibilidades de parejas. De esta manera manifiesta diferentes opciones frente a lo que solía ser socialmente estipulado (digo ‘solía’ porque hoy las opciones sexuales están más integradas, aunque todavía falta camino). Aunque ese ser en espejo mediante el vestuario y quizás algunos movimientos, no es equilibrado. Se destaca el lugar de la mujer. No por tratarse de un lugar predominantemente femenino (con todas las implicancias que este término puede tener) sino por estar la mujer en un lugar de mando.

Ella dirige, ordena, aprueba o desaprueba. Se ve muy definido el espacio de mujer dominante (y hasta castradora).

La escenografía inclinada y recortando planos en distorsión, propone una ruptura de la visión en cuanto a las líneas del horizonte. Nada hay derecho, todo está rompiendo el espacio clásico, como una toma inclinada en una película. También el espacio abierto como una ventana donde uno es invitado a espiar es una zona de ruptura. Dentro de este lugar aparece una televisión, como un juego de espacios dentro de espacios que conecta a su vez con un supuesto afuera. Un afuera distorsionado debido a la ausencia de una imagen inteligible. De nuevo distorsión, ruptura.

La danza se realiza intercalando movimientos entrecortados y movimientos fluidos. Los bailarines -conjugando expresividad y técnica- se comunican, se burlan, se esconden. Se buscan y rehuyen. “Una comunicación a través del desacuerdo”. En su performance se incluyen elementos absurdos de humor clownesco como caretas de animales que también pueden hacer alusión a una Jujuy tierra como un espacio otro, diferente, distorsionado.

La música le da calidez y unión, con un motivo que se repite sutilmente yendo y viniendo a lo largo de la pieza como un paso de zamba.

Algo significativo son los palitos que ella come. Palos que muerde entre medio, mientras baila, mientras mira, mientras se cambia. Por eso, el final pareciera estar más en la escena donde ella se sienta frente a la tele. Allí está comiendo un palito y en un impulso él se lo saca, como si le quitara el poder y dijera ‘el palo es mío’.

Después de esta escena frente a la televisión, la obra se prolonga en una situación que no parece agregar nada más, como si se tratara de una coda musical, o un eco reverberando en las quebradas de Jujuy.



Qué: Jujuy

Quién: Rosaura García, Emanuel Ludueña Dirección: Ana Garat

Dónde: EL CAMARÍN DE LAS MUSAS Mario Bravo 960

Cuándo: Sábados 20:30 hs

jueves, 8 de abril de 2010

ÁSPERA Y SENSIBLE. UNA INSTALACIÓN DE FOTOS DANZADA

Para formar parte de esta propuesta, aunque sólo sea como ojo que espía, la persona ha de poner en funcionamiento su cuerpo para desplazarse a una zona de la ciudad donde no abundan las salas teatrales.


El espacio que alberga la obra Áspera y sensible -composición del grupo No se llama- es una antigua casa remodelada del barrio de La Boca Dulce. A metros de una Avenida Patricios en ‘reconstrucción’, la casona sumerge al espectador en un universo paralelo al mundo exterior.

El ambiente se conjuga perfectamente con la propuesta dando la sensación de que no existe el uno sin el otro. El espectador es actor en esta especie de viaje que lo obliga a desplazarse por el espacio en busca de presenciar el acto siguiente. Un espectador dinámico que puede elegir su punto de vista en la observación del cuadro, pues cada composición ofrece varias opciones, como distintos encuadres para ser mirados de acuerdo a lo que el ojo se interese en ver.

Desde el inicio, el público es impulsado a recorrer la casa asomándose a las diferentes habitaciones. En ellas, las integrantes del grupo componen pequeñas piezas que son como puestas en escena pensadas para cada ambiente en particular. Un cuarto con unos sillones, un armario y una radio antigua, es decorado de una escena afín donde las mujeres juegan con su sensualidad. Otro espacio con un andamio en una especie de sótano, es ambientado por las interpretaciones como una obra en construcción subterránea.

Así, el público es transportado por toda la casa, habitando junto a las performers cada espacio con sus paredes, muebles, plantas, luces, sombras, sonidos o aromas. A veces salvajes, a veces urbanos.

La música y la iluminación se complementan con el recorrido como si fuera un viaje que por momentos mostrara una cara áspera y de a ratos, un aspecto sensible.

Las chicas que componen la propuesta se mueven con libertad utilizando su cuerpo como herramienta viva más allá de técnicas o convencionalismos relacionados a la estética corporal del bailarín.

Más que una obra de danza pareciera ser una exposición de situaciones, como cuadros vivos en tres dimensiones donde el espectador es invitado a completar con su presencia la composición. Las dinámicas varían en cada puesta de acuerdo al ritmo de acompañamiento del público y su posicionamiento frente a estos micro escenarios móviles y vivos.

La propuesta es interesante porque pone de relieve al espectador, cuyo lugar activo debería ser imprescindible como el integrante faltante para completar una obra.


Qué: Áspera y sensible

Quién: Intérpretes y coréografas: Ximena Ayerbe, Mariana Carli, Guadalupe Seregni, Luciana Seregni, Luciana Spadafora.- Músicos: Daniel Figueroa.-Diseño de luces: Eduardo Spindola.-Diseño sonoro: Daniel Figueroa.-Fotografía: Florencia Bié.-Asistencia general: Ramiro Bailiarini.-

Dónde: QUERIDA ELENA.-  Pi y Margall 1124.- Teléfonos: 4361-5040 Con consumición: $ 30,00

Cuándo: - Jueves - 21:30 hs - Hasta el 29/04/2010

martes, 6 de abril de 2010

ALASKA TIENE FRÍO

“Alaska es un lugar que todos conocemos pero al que nadie nunca fue.” Así se expresa la obra en su difusión quizás como una forma de acercar al público al sentido de lo que va a presenciar. También es informado de la intención de hablar sobre el cuerpo como recipiente de recuerdos donde se guarda todo, aunque ese todo no sea dicho nunca.


La idea es llegar a ese espacio a través del lenguaje del cuerpo. Y expresarlo en el espacio, desplegarlo en la escena.

La puesta presenta un cuadrado blanco como suelo. Sentado en una silla y moviéndose de lugar, como si no hallara el punto justo donde hallarse, hay un hombre con un cartel que dice ‘Estoy desesperado’.

A un lateral se ve a los músicos. Un violinista y un pianista junto a una computadora desde la que saldrán distintas bases, serán los encargados de poner el sonido que sople aire tibio sobre Alaska.

Además del ‘hombre desesperado, componen la propuesta en materia de cuerpo otro hombre y dos mujeres. Ellas parecen histéricas o incluso atormentadas. Se sacuden al lado del hombre desesperado, se contonean. Pero este movimiento se ve tal vez sin expresión sensual, ellas parecen más bien angustiadas.

El hombre restante entra luego al espacio donde se mueve con su propia coreografía, se quita los pantalones, se los pone, una de ellas se los quita. Esta es desnudada y movida entre todos por el cuadrado. La colocan en una pose, la observan, la cambian, la miran desde distintos ángulos.

Una pareja se abraza, entra una de las chicas y besa al hombre por encima de la otra mujer, que luego se retira. La chica baila, él se sube a una silla y toca con una cuchara sobre su cuerpo.

Entran los dos hombres, se sientan, bailan juntos, se dan la mano.

Corren por el espacio, una salta y la sujetan en el aire, otra salta, se mueven veloces.

El se sienta frente al público y mirando a todos, dice ‘ahora sí pueden hacerme preguntas personales’ (o algo similar). ¿Ahora? ¿Por qué? ¿Antes no? ¿A qué se debe? ¿La idea es el sinsentido, poner de manifiesto el intento desesperado del hombre por encontrarle un sentido a todo lo que lo rodea?

Corren todos por el borde del espacio.

Entran los hombres y se besan, sin gusto ni ganas, pero se besan en la boca.

Todos fuera, ella va a entrar, cae una mesa y se rompe.

¿Qué pasa? ¿Cuál es el sentido? La descripción verbal de las situaciones montadas es una forma de intentar encontrar el significado de los movimientos en la escena a través de la palabra.

Los cuerpos sacudidos, la desesperación, la distancia entre los cuerpos, la seducción, la diversidad, el cuerpo objeto manipulado, la desnudez, los besos, el vértigo.

Las escenas no parecen guardar relación entre sí. Si hay un hilo que las conecta debe ser en relación a lo que expresa la comunicación escrita de difusión de la obra que nombra a Alaska como lugar interior donde se guarda todo lo que no se dijo en relación con una experiencia personal. Donde se supone que estos cuatro personajes que habitan el espacio “apelan a la memoria de lo vivido para encontrar en el cuerpo la experiencia de lo que no ha sido develado.” Lo vuelcan en estas secuencias quizás inconexas para la mente conciente, como todo lo que habita la memoria. Recuerdos que se superponen, pensamientos que conviven en planos distintos y pueden salir a la superficie sin relación aparentemente coherente entre sí.

La situación, en ocasiones indispensable, de conocer la gacetilla para la comprensión de una obra, o incluso para poder acercarse a un mínimo sentido, obliga al espectador a indagar un poco antes de enfrentar propuestas que deben ser develadas como un gran interrogante. En ellas no hay respuestas ni frases simples ni historias sencillas.

Eso es Alaska, un lugar lejano y frío al que hay que acercarse para desentrañar.



Qué: Alaska



Quién: Idea y dirección: Diana Szeinblum.- Intérpretes: Lucas Condró, Alejandra Ferreyra Ortíz, Pablo Lugones, Leticia Mazur.- Músicos: Mariano Malamud, Juan Tobal

Vestuario: Cecilia Alassia.- Iluminación: Gonzalo Córdova.- Música original: Ulises Conti.-Fotografía: Jazmín Tesone.- Diseño gráfico: Javier Veraldi.- Asistencia de dirección: Jazmín Tesone.- Producción: Gustavo Kotic.-



Dónde: ESPACIO CALLEJÓN Humahuaca 3759 Teléfonos: 4862-1167



Cuándo: Sábados - 23:00 hs