miércoles, 21 de septiembre de 2011

VIRGINIA

Virginia. De origen latino "virginis", su significado "virgen". A partir de esta idea se puedría vincular el título de la obra con lo virginal, con lo virgen, lo puro. Y pensar algo en relación a lo que esta palabre detone.


Pero detrás de este nombre se agazapa otro, el de Clarice Lispector, escritora brasileña cuyos relatos contagian con su atmósfera a esta danza, colocando a la literatura como fuente de inspiración (aunque no en cuanto a lo narrativo, solamente como disparador).

Después del título, la sala. Un pequeño espacio en Palermo donde se dictan cursos de investigación del movimiento. Este dato puede predisponer al espectador que se acerca a ver una propuesta proyectada quizás desde la investigación del movimiento. Lo que lleva a plantear, casi como una curiosidad, la pregunta sobre qué es lo que busca un espectador de danza cuando acude a ver una propuesta de este tipo

¿Pretende ver una coreografía de pasos ligados y fluidos? ¿Líneas, formas, virtuosismo? ¿Un baile apoyado en ritmos o melodías? ¿Un despliegue de expresión y de emociones? ¿O quizás que le cuenten una historia a través del movimiento?

Eso revela cuantas expectativas y hasta prejuicios pueden existir en un espectador, así como desde qué lugar miramos lo que miramos. Por lo que nada es puro ni virginal ni inocente.

Virginia es también silencio y soledad. El espacio es abarcado por una sola intérprete cuyos movimientos alternan entre cierto despliegue técnico y lo cotidiano. Las secuencias son repetitivas, cambiantes, dubitativas e incluso reflexivas.

La protagonista mira al público, observa el espacio donde se mueve, y parece sentir en el instante presente el pequeño impulso que la llevará al paso siguiente. Como si fuera una constante improvisación, un devenir.

En la sala hay una televisión sobre el piso que proyecta algunas imágenes que pueden interpretarse en complementación o contraste con lo que sucede en la escena. Unos números parecen dar un orden, como una dirección, a lo que transcurre. Uno, dos, tres…pero sin jerarquías, sin valoraciones.

Entre las imágenes, hay una de un hombre arreglando algo en una especie de torre de teléfonos, con lo que uno puede llegar a inferir que la comunicación es tema en esta obra. Quizás el núcleo, quizás un lateral. La comunicación y la soledad. La incomunicación, la imposibilidad de comunicar. La opacidad de los discursos, la falta de transparencia, las múltiples lecturas, las aberturas y orificios por donde se cuela el sentido.

Virginia balbucea unas palabras casi incomprensibles: “para mi Virginia es…” Nunca termina la frase por lo que el espectador no llega a saber qué es virginia para ella. Punto suspensivo para que el propio público construya qué es Virginia para él y le otorgue un sentido.

Finalmente, una imagen repetida de una ventana tapada con una cortina que no deja ver claramente lo que hay detrás pero que tampoco lo opaca por completo.

Nuevamente la imposibilidad de ver lo que hay debajo, del otro lado de la tela.

¿Qué hay del otro lado de una danza? ¿Qué hay detrás del movimiento? ¿Se puede ‘desenvolver’ completamente algo? ¿O es como un intento fallido de atrapar una realidad opaca que siempre se nos escapa?

Virginia, desde su soledad, su pureza, su duda, es todo esto y no es nada de esto.

Virginia es pensamiento. Y como tal, fluye.



Qué: Virginia

Quién: Idea: Viviana Iasparra, Melina Seldes.-Intérpretes: Melina Seldes.- Iluminación: Eduardo Maggiolo.- Video: Patricia Bova, Agostina Dolcemascolo, Nacho Iasparra, Bruno López.- Música original e intervención de imagen: Gabriel Paiuk.- Fotografía: Nacho Iasparra.- Diseño gráfico: Iumi Kataoko.- Asistencia de dirección: Guilherme Morais.- Prensa: Luciano Salseduc, Martín Seldes.- Colaboración en dirección: Gabriel Paiuk.- Dirección general: Viviana Iasparra.-

Dónde: LEM Fitz Roy 2290 Teléfonos: 4775 0857

Cuándo: Domingo - 18:00 hs - Sábado - 20:00 hs.- Hasta el 11/09/2011

lunes, 19 de septiembre de 2011

viernes, 9 de septiembre de 2011

HASTA QUE SE AGOTA


Con esta expresión de continuidad hasta el final, de darlo todo, de entrega, presenta Fabiana Capriotti su nueva propuesta.


Hasta que se agota pone en escena una coreografía vital y espontánea. Un despliegue donde tanto los movimientos como la corporeidad de los intérpretes, transmiten una especie de animalidad tierna y brutal.

Un texto en la pared del fondo instala el tema del tiempo. Por lo tanto, un aspecto de la danza se manifiesta ya desde el principio. Un comienzo que parece venir de una sucesión anterior, de un haber empezado antes, de estar empezando todo el tiempo.

La obra se hace preguntas desde el movimiento. Se plantea la danza como momento efímero y a la vez hace presente el deseo de atraparla, de tenerla, de poseerla para siempre como un objeto, conciente de que nada es para siempre.

Las relaciones que se establecen respecto de la duración de este momento fugaz que es el movimiento en vivo, como parte de la composición instantánea, la improvisación -y definitivamente, la vida- tienen que ver también con la valoración que se hace al respecto. Por eso la obra plantea el vínculo precio/valor ironizando sobre ello mediante un recurso puesto en escena con humor.

Otro aspecto que tiene que ver con el momento presente, así como con el ser y estar, con la permanencia de las cosas y los seres, es el espacio del cuerpo. La corporeidad como un lugar que se habita. Por eso, estos cuerpos que bailan o se detienen quedando congelados en una figura, son ‘reemplazados’ por otro cuerpo que adopta su misma postura. Es como si habitaran el espacio del otro, y el otro a su vez, cediera el propio espacio para compartir la experiencia.

Desde el habitar también explota el grito. Un grito que descarga lo que ni cuerpo ni palabras pueden. Un grito que parece aliviarse de lo que no es humano. Al mismo tiempo, un grito de desgarradora humanidad.

La propuesta de Capriotti está llena de matices que actúan como disparadores del pensamiento. Como si se tratara de una obra de danza surgida desde la reflexión filosófica. Hay allí una pregunta por el ser. Por la fugacidad, duración, permanencia. Por los deseos. Lo que está vivo.

Todo eso que late en los órganos de la danza.

Qué: Hasta que se agota

Quién: Dirección, texto y dibujos: Fabiana Capriotti.- Performers: Fabiana Capriotti, Lucía Disalvo, Gastón Palermo, Martín Piliponsky.- Iluminación y escenografía: Julieta Ascar.- Música original: Diego Monk, Sebastián Schachtel.- Fotografía: Eduardo del Burgo.- Diseño gráfico: Dina Roisman.- Asistencia de escenario: Débora Diskin.- Asistencia de iluminación y escenografía: Aldana Fernandez.- Asistente de dirección y producción: Lucía Disalvo.- Prensa: Daniel Franco, Paula Simkin

Web: http://fabianacapriotti.blogspot.com

Dónde: EL CAMARÍN DE LAS MUSAS Mario Bravo 960.- Teléfonos: 4862-0655.- www.elcamarindelasmusas.com

Cuándo: Jueves - 21:00 hs - Hasta el 27/10/2011