miércoles, 31 de marzo de 2010

OUROBORO EL JEROGLÍFICO DEL CUERPO

El Centro Cultural de la Cooperación ofrece desde su escena en la sala Solidaridad una propuesta que de algún modo intenta impactar en el espectador. Ouroboro, es una obra de danza cuya puesta en escena despojada propone el enfrentamiento directo con los cuerpos y la forma. En uno de los programas que te brindan se habla de “interrelacionarse indefinidamente”. La propuesta, que alcanza casi las 2 horas de duración, pone en jaque al espectador que en muchos casos se esfuerza por interrelacionarse con la pieza.


Cuatro performers entran en escena vestidos con ropa deportiva y se ubican en los vértices de lo que sería la caja teatral. Luego entra un quinto que da comienzo al movimiento. El orden es aleatorio y varía en cada función generando distintos juegos en las secuencias. Se produce un ‘in crescendo’ con la incorporación de cada uno a la vez que se suman sonidos y ritmo a la base inicial. El cuerpo es desarticulado en movimientos precisos y lentos, movimientos y formas que parecen haber sido buscados a fondo. Se ven cuerpos preparados.

Cuerpos para ver. Cuerpos máquina. Cuerpos alienados. Cuerpos que hablan sin decir nada. Los intérpretes se relacionan a través de sus patrones de movimiento en formas donde parecieran no comunicarse nunca. Se cruzan, se rozan, hasta pueden tocarse, pero si existe un vínculo éste es invisible.

La música que acompaña son sonidos electrónicos en vivo disparados por Mauro AP. Al principio es apenas una base similar al zumbido que queda en los oídos luego de una fiesta.

Hay en la atmósfera un halo de vacío en esa repetición maquinal, como un no ser del cuerpo que es demasiado cuerpo. Un cuerpo explorado en cada articulación. En cada detalle, respiración, repetición de esos patrones de movimiento.

Los mismos intérpretes parecen articularse como si formaran parte de un mecanismo. Como si se tratara de la puesta en escena de una jornada laboral en una fábrica. Su vínculo está ahí. Tiene algo fabril en su alienación. Algo rutinario, trabajo encadenado.

Tal vez es demasiado larga para poder mantener la concentración. Al principio se oye cada movimiento en las butacas, pero los espectadores están atentos. Luego de pasada la hora el público puede dispersarse y llegar a aburrirse.

Por eso es importante la pregunta sobre el sentido de estos cuerpos ¿qué nos dicen? ¿Qué significan estos cuerpos, estos movimientos insertados en su contexto, en la actualidad? En una época de abulia y desconexión.

Al final todos giran como mareados. ¿Es una manera de nombrar la ausencia de rumbo? ¿O la alienación de un sistema que anula la comunicación?

En el espectador está la respuesta. En el retorno del eco que el sonido de la obra dispara.



Finaliza este jueves 1º de abril

Qué: Ouroboro

Quién: Idea y dirección: Luís Garay.- Intérpretes: Juan González, Iván Haidar, Leticia Mazur, Nicolas Poggi, Florencia Vecino.- Música original: Mauro Ap.-Iluminación: Eduardo Maggiolo

Dónde: Centro Cultural de la Cooperación, Sala Solidaridad. Av. Corrientes 1543.

Cuándo: jueves a las 21.00 hs

domingo, 28 de marzo de 2010

EL CUERPO Y SU DOBLE

Anclar, fondear, aferrar, amarrar, echar anclas.
Imaginar el opuesto.
Levar anclas, desamarrar, soltar, desprenderse.

La propuesta que presenta Fabiana Capriotti, plantea la relación entre la construcción del movimiento y el pensamiento que acompaña ese movimiento, sea en la misma dirección, en paralelo o en sentido contrario. Imposible desprenderse del pensamiento. Cuerpo y mente divagan juntos en la forma. Juntos pero separados. Juntos dándole uno sentido al otro. Como forma y contenido.


En esta propuesta se está jugando a describir la danza mientras se danza, jugando a no pensar mientras se piensa. La manera es una búsqueda que pone de manifiesto el intento de nombrar lo innombrable. Imposibles humanos.

La obra juega con las palabras desde el mismo título. Anclar pero imaginar el opuesto. Anclar en la instantaneidad de un movimiento fugitivo. ¿Cómo anclar en algo tan inapresable como el movimiento? Fugaz e irrepetible. Es como tratar de capturar el sonido de la música con las manos. Imposible humano.

Pero anclar en lo efímero es una manera de arrojo comprometido, de entrega profunda en lo que se hace.

Siete mujeres entran y salen de escena, tocan el espacio, se tocan, se juntan, se separan, se copian, se acuestan. Dicen lo que hacen. ¿Qué está primero, decir o hacer? ¿El pensamiento ordena el movimiento o el cuerpo ordena el pensamiento?

Es como una fotografía. El negativo y el positivo en escena. Mujeres al desnudo, mostrando toda su piel. Mujeres vestidas. Vestidas de negro. Positivo y negativo de mujer, anverso y reverso del ser.

La espesura de los signos no puede decodificarse. Es un reflejo eterno de espejos enfrentados. ¿Cuál está primero, quién refleja a quién?

Estas preguntas se abren a partir de una reflexión corporal, de una puesta en escena que muestra el conflicto cuerpo/mente desanudándolo.

Las intérpretes fluyen en el espacio que las rodea y las penetra, son parte de las curvas, el suelo, la pared, el público. Se observa un estilo de composición que tiene que ver con el trabajo de composición instantánea propuesto por su directora Fabiana Capriotti. Una forma que pone de manifiesto la inteligencia corporal. No todo se puede nombrar pese a que lo que no se nombra puede hacer síntoma. Como expresa la gacetilla “Si hay alguna verdad ésta existe en el cuerpo, no en la palabra”.

La propuesta es una investigación en movimiento, con el cuerpo vivo diciéndose a sí mismo y la danza si se quiere, como excusa para preguntarse por el ser.

Vale la pena anclarse.


Qué: Anclar. Imaginar el Opuesto

Quién: Concepción: Fabiana Capriotti Actuan: Ana Armas, Lucía Disalvo, Roberta Menzzaghi, Paula Müller, Mariela Pujol, Elina Rodríguez, Dalilah Spritz.-Diseño de luces: Julieta Ascar

Dónde: No Avestruz Humboldt 1857

Cuándo: Jueves de marzo 21 hs.


jueves, 25 de marzo de 2010

OBJETOS. NOSOTROS Y LAS COSAS

La Cía. Móvil presenta una obra de danza con música en vivo en El portón de Sánchez. Su propuesta busca investigar la relación del sujeto/bailarín con el objeto/cosa. De alguna manera subjetivar el objeto a través del vínculo que el cuerpo establece mediante la danza y la música. O como expresa la compañía “revelar a través de la imaginación, la danza y la música que los objetos materiales ocultan”.

La música en vivo –piano y batería- acompañan impregnando el espacio de ese sonido especial que tiene la ejecución en directo, tan diferente de la música grabada por más buena calidad sonora que posea. De esta manera, la relación entre los bailarines y el ambiente, así como entre ellos y con los objetos, se ve enriquecida por el lenguaje con los músicos. Se establece una comunicación mucho más directa.


Los bailarines ocupan el espacio en su totalidad, desplazándose desde el fondo hasta el frente con libertad, llegando por momentos antes que la iluminación. Sus movimientos a veces parecen jugar con la música al punto que no se sabe quién dirige. Si es sobre la partitura musical que se ejecuta el movimiento o es sobre los movimientos que los músicos hacen sonar una nota u otra. Se crean así atmósferas de complicidad donde también parece quedar clara la relación con los objetos y alguna de las preguntas disparadoras de la investigación. ¿Cómo sería el trapo si fuera hombre? es una de ellas.

La obra avanza con un despliegue en donde cada intérprete muestra sus cualidades, recursos que se intensificarían en una mayor condensación temporal. Cabe destacar el disfrute de la expresión del rostro, que cada uno explota dentro de su personalidad. Así se incluye un aspecto muchas veces olvidado por la danza contemporánea que adopta generalmente una cara neutral para la composición de sus coreografías. Acá se pueden observar expresiones que acompañan los distintos momentos, incorporando el humor que es también un factor fundamental para darle frescura a composiciones que resultan muy solemnes.

Objetos que bailan tratando de vivir, música objeto que respira en los cuerpos. Un intento de animar el mundo inerte de objetos que nos miran.

Qué: Objetos
Quién: Intérpretes: Maria Del Mar Codazzi, Emiliano Formia, Ramiro Soñez, Victoria Viberti.- Músicos: Carto Brandán, Marco Sanguinetti.- Dirección: Ines Armas, Fagner Pavan
Dónde: El Portón de Sánchez.- Sánchez de Bustamante 1034
Cuándo:
Viernes - 21:00 hs - Hasta el 30/04/2010

lunes, 1 de marzo de 2010

MUARÉ: PERCEPCIÓN ALTERADA



Según algunas definiciones, el muaré o efecto muaré es una estructura en forma de bandas alternadamente oscuras y brillantes que surgen al superponer dos estructuras periódicas. En la gacetilla de Muaré se puede leer: “El efecto MUARÉ se origina cuando la repetición de patrones de dibujo produce una percepción visual novedosa”. La obra pareciera proponer, a través del diseño espacial, este efecto visual. Pero el efecto muaré también puede pensarse en relación a la escena planteada.


Hay una fiesta, pero está afuera. Lo sabemos por el sonido que llega. Frente al público se ve un sillón donde están amontonados los abrigos de los invitados. Este cuarto será el lugar de encuentro de dos personajes que parecieran no participar de la fiesta.
Un efecto de sombras tras una puerta hace ver un cuerpo deforme, que se agranda y achica, que ondula, que se acerca. La luz también es danza.


El movimiento vibratorio, ‘gelatinoso’ y a veces espástico de las intérpretes produce una sensación de inestabilidad que bien pudiera describir la situación de ambas dentro de la fiesta. Propone una ruptura con los movimientos armoniosos y estables de una danza más clásica. Se podría pensar en un lenguaje disonante, alterado, propio y divertido. Ellas no encajan o no se integran o no pertenecen a ese espacio otro de afuera, de la confusión de la fiesta. Ellas tienen su propio desorden.


¿Qué sucede en la fiesta allá afuera? ¿Qué les pasa a ellas? Hay que seguir la corriente, saludar, reír, bailar, comer un bocadito, integrarse, ser como los demás, formar parte de. Pero estas dos amigas no parecen conseguirlo (o quererlo). Se esconden en el cuarto de los abrigos como en busca de un espacio de intimidad, donde ser ellas mismas, escapando del sonido aturdidor de la fiesta pero en su aturdimiento personal.

También manifiestan su propio estado encerradas en una bolsa de plástico asfixiante, aisladas en una atmósfera totalmente diferente de lo que uno puede imaginar de un estado festivo. Momento que más breve hubiera resultado más contundente.

Más allá del trabajo corporal intenso de las intérpretes -cuya calidad va menguando un poco hacia el final de la obra- cabría preguntarse qué sería el Muaré dentro de la propuesta. ¿Son ellas el efecto novedoso o disonante en la trama del evento Fiesta? ¿O es la fiesta la estructura que surge paralela a las tramas que son ellas y su propia fiesta? ¿Qué pasa con lo diferente, lo que no encaja, lo que no forma parte? ¿Tiene lugar?


Finalmente queda sólo un zumbido en los oídos, resaca de aturdimiento sonoro, recuerdo de la fiesta.

Pero pareciera que vale la pena si uno la pasa bien.

Qué: Muaré

Quién: Interpretada y dirigida por Natalia López y Marina Quesada
Dónde: El Camarín de las Musas (Mario Bravo 960 Teléfonos: 4862-0655)
Cuándo: Domingos 21 hs. (Hasta el 28/03/2010)