El Centro Cultural de la Cooperación ofrece desde su escena en la sala Solidaridad una propuesta que de algún modo intenta impactar en el espectador. Ouroboro, es una obra de danza cuya puesta en escena despojada propone el enfrentamiento directo con los cuerpos y la forma. En uno de los programas que te brindan se habla de “interrelacionarse indefinidamente”. La propuesta, que alcanza casi las 2 horas de duración, pone en jaque al espectador que en muchos casos se esfuerza por interrelacionarse con la pieza.
Cuatro performers entran en escena vestidos con ropa deportiva y se ubican en los vértices de lo que sería la caja teatral. Luego entra un quinto que da comienzo al movimiento. El orden es aleatorio y varía en cada función generando distintos juegos en las secuencias. Se produce un ‘in crescendo’ con la incorporación de cada uno a la vez que se suman sonidos y ritmo a la base inicial. El cuerpo es desarticulado en movimientos precisos y lentos, movimientos y formas que parecen haber sido buscados a fondo. Se ven cuerpos preparados.
Cuerpos para ver. Cuerpos máquina. Cuerpos alienados. Cuerpos que hablan sin decir nada. Los intérpretes se relacionan a través de sus patrones de movimiento en formas donde parecieran no comunicarse nunca. Se cruzan, se rozan, hasta pueden tocarse, pero si existe un vínculo éste es invisible.
La música que acompaña son sonidos electrónicos en vivo disparados por Mauro AP. Al principio es apenas una base similar al zumbido que queda en los oídos luego de una fiesta.
Hay en la atmósfera un halo de vacío en esa repetición maquinal, como un no ser del cuerpo que es demasiado cuerpo. Un cuerpo explorado en cada articulación. En cada detalle, respiración, repetición de esos patrones de movimiento.
Los mismos intérpretes parecen articularse como si formaran parte de un mecanismo. Como si se tratara de la puesta en escena de una jornada laboral en una fábrica. Su vínculo está ahí. Tiene algo fabril en su alienación. Algo rutinario, trabajo encadenado.
Tal vez es demasiado larga para poder mantener la concentración. Al principio se oye cada movimiento en las butacas, pero los espectadores están atentos. Luego de pasada la hora el público puede dispersarse y llegar a aburrirse.
Por eso es importante la pregunta sobre el sentido de estos cuerpos ¿qué nos dicen? ¿Qué significan estos cuerpos, estos movimientos insertados en su contexto, en la actualidad? En una época de abulia y desconexión.
Al final todos giran como mareados. ¿Es una manera de nombrar la ausencia de rumbo? ¿O la alienación de un sistema que anula la comunicación?
En el espectador está la respuesta. En el retorno del eco que el sonido de la obra dispara.
Finaliza este jueves 1º de abril
Qué: Ouroboro
Quién: Idea y dirección: Luís Garay.- Intérpretes: Juan González, Iván Haidar, Leticia Mazur, Nicolas Poggi, Florencia Vecino.- Música original: Mauro Ap.-Iluminación: Eduardo Maggiolo
Dónde: Centro Cultural de la Cooperación, Sala Solidaridad. Av. Corrientes 1543.
Cuándo: jueves a las 21.00 hs
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