sábado, 25 de marzo de 2017

HERONIÑA

“Cualquiera sea la causa que defienda la heroína parecería haber siempre una fuerza que la mueve hacia ese fin.” (Gacetilla de la obra)
La heroína de esta historia nos recibe con su presencia en escena. La puesta es muy plástica, fotográfica. El espacio está dividido en dos cuadrados blancos de luz ubicados en diagonal uno respecto al otro. Como un tablero de ajedrez gigante donde solo destacaran dos jugadores.
En cada espacio iluminado están los protagonistas de la pieza. Fabiana, súper heroína, en uno, y un listón de madera sostenido como si fuera una barra en otro. El listón está ubicado en diagonal a la intérprete y tiene afilada la punta que mira hacia ella. Esta sola imagen en la quietud de la sala vibra con su movimiento plástico. Percibir esas tensiones que generan las diagonales ya es algo potente.
Fabiana comienza por explorar su propia carnadura. Se come, se muerde, se huele, se saborea, se siente. Juega con la boca y con la nariz, con los sentidos del olfato y el gusto, como si fuera la percepción primera del mundo por parte del infante. Se descubre sensorialmente ella misma como analizando eso de lo que está compuesta.
Frágil y fuerte, su cuerpo se sumerge entre rebotes, caídas, deslizadas, arrastradas. Danza que esquiva aquello que está ahí presente como una amenaza o una posibilidad.
Ella, cuerpo móvil, latente, flexible, frente a esa línea de madera que se opone pero se presta a participar en el movimiento. Múltiples significaciones puede adquirir la simple madera. Lo cierto es que representa el mundo exterior.
Ella se clava la flecha que atraviesa el espacio de la sala de manera casi descomunal. O juega como si fuera una jabalina. O la convierte en la aguja de un reloj de sol, que gira enloquecida rompiendo las horas y los días. Ella maneja el tiempo, los tiempos, su tiempo. Escribe su presente con este lápiz gigante, esta figura fálica sobre la que se acuesta encima, al lado. Su cruz.
La heroniña vence los obstáculos y se entrega a la vida, confía ciegamente. Avanza desfilándose y desafiándose a sí misma.  Es su propia heroína, su propia droga, adicción. Es su propio propósito, su meta. Es una niña en los brazos de su madre y eso la vuelve ‘todo poderosa'.
Ella es también su técnico de sonido y devela el trabajo poniendo la música en un dispositivo in situ. También hay algo del movimiento como tarea en algunas de las acciones de la pieza. Como técnica, rompe un poco el encantamiento, pero es parte de su ser performático no dejarnos caer en ensoñaciones.
Aparece la música, el amor, una especie de duelo danzado, de rotura de corazón, y un camino blanco de luz en el piso se perfila como un pasaje a otro lugar.
Quien haya visto a Capriotti en otras propuestas podrá apreciar que la composición espontánea de su danza es lo que conocemos de la bailarina. Las acciones performáticas que desarrolla junto a ese increíble instrumento que es la madera, son la novedad de esta propuesta. De una belleza poética potente en donde una Fabi novedosa asoma.

Qué: Heroniña

Quién: Idea, interpretación y Dirección general: Fabiana Capriotti.- Director Asociado: Carlos Casella, Lucía Magdalena Disalvo, Marina Giancaspro.-

domingo, 19 de marzo de 2017

MARÍA SOBRE MARÍA

Sentada en una silla de espaldas al público y haciendo ruidos no identificables desde las butacas, comienza María Kuhmichel su propuesta.
Al principio, la bailarina está oculta a las miradas,hace movimientos que no permiten verle la cara. Incluso cuando comienza a avanzar el despliegue de su cuerpo, tarda en develarse. Por otro lado, en esta primera parte, aparece un tipo de vinculación con la silla como apoyo o sostén, que de alguna manera remiten a la otra María presente en el título. La aludida desde la perspectiva histórica: María Fux[1].
La María en vivo juega con el objeto, lo cambia de posición desarmando su funcionalidad. La silla deviene entonces objeto subjetivado por la bailarina que insufla vida en él, tal como hacía y hace María Fux en sus danzas con todo aquello con lo que se vincula.
Se establece desde la dramaturgia una relación con el pasado que revitaliza la memoria. La puesta se transforma en una apropiación que da continuidad orgánica a nuestra historia de la danza. Como una manera de bailar los ancestros de la propia coreografía.
Mediante recursos como la oscuridad total del espacio, se establecen cortes a nivel espacial y temporal. En un momento ese salto es hacia el pasado, donde aparece la voz en off de María Fux. En otro momento es hacia el presente.
La intérprete abre su juego e investigación para compartir el desarrollo del mismo con el público. Rompe cualquier estado de obnubilación que pudiera suceder durante la danza para comunicar el proceso de trabajo y exploración. Una apertura performática e histórica.
La propuesta habla de Fux y su danza desde distintos niveles. Tomando en el cuerpo propio materiales con los que Fux creaba, María presente danza con sus manos construyendo formas en el aire y otorgándoles un lugar importante tal como lo hacía María Fux. Lo mismo sucede cuando danza junto a su sombra. Tiene catalogados una serie de movimientos de Fux, que ella intenta repetir en escena, si bien aclara, que no siempre le salen.
La bailarina en cuerpo vivo incluye al público de forma activa, se comunica con él, lo hace cómplice de su búsqueda creativa. La gente se ríe por los contrastes. A veces, los movimientos no pueden atravesar los cuerpos fuera de los contextos en los que brotan. El movimiento espontáneo de una danza creada está enraizada en su universo, en su historia, que excede el ámbito individual para colarse en lo colectivo. Por eso, puede suceder también, que el homenaje resulte parodia.
Es una puesta contemporánea, en el sentido de los elementos de su tiempo que la componen. Podemos observar la disolución de la cuarta pared y la mirada al público, la inclusión del mismo por participación directa, la ruptura del efecto de ensoñación, la aparición del texto, las voces en off o el trabajo documental de la entrevista.
Luego la música del piano colma la sala y la María presente y joven danza su interpretación de la María ausente. Y se emociona.
Será como sentir al otro en esa reproducción de su danza, de sus movimientos. Será como corporeizar un fragmento de la propia historia de la danza. Un recurso, una exploración personal, un disparador para la creación.
¿Se producirá una sensación parecida al bailar los mismos movimientos,  como si la misma acción llevara al mismo sentimiento?
Lo que sí hay es una apropiación personal de la historia, que abre parte del mundo de la danza al público para entablar un vínculo que salta del acontecimiento poético al conocimiento teórico desde una perspectiva estética: en forma de obra.

Qué: María sobre María

Quién: Intérpretes: María Kuhmichel.- Iluminación: Fernando Berreta.- Música original: Paula Shocron.- Diseño gráfico: Estudio Bacana.- Asistencia de dirección: Josefina Zuain.- Colaboración artística y teórica: Eugenia Cadús, Ayelén Clavin.- Co-producción: Cafe Muller Club De Danza.- Dirección: Lucía Llopis.-
Dónde: Café Müller








[1] María Fux es bailarina, coreógrafa y danzaterapeuta. Poseedora de una estética propia y una concepción de la danza como camino hacia la plenitud de las potencialidades expresivas que toda persona posee, ha creado un método original que tiene raíces en la creatividad de su arte con la danza. Con 94 años, continúa haciendo espectáculos y dictando cursos y seminarios de formación para docentes, fisioterapeutas, psicólogos, terapeutas ocupacionales, fonoaudiólogos, médicos, profesores de danza y de gimnasia, artistas y gente que desea conectarse con su cuerpo a través del movimiento, en su escuela en Buenos Aires, en los Centros de Formación en Danzaterapia que llevan su nombre y que dirige en Florencia, Milán y Trieste (Italia), en España, y en Universidades de Chile y Brasil. (Información de la gacetilla)

lunes, 6 de marzo de 2017

LOS VIAJES DE SARMIENTO


El escenario muestra al fondo, en la diagonal izquierda, un espacio cuya escenografía está compuesta por instrumentos y una piedra grande colgada de una estructura, donde Ezequiel Abregú, el hombre que musicaliza y diseña el sonido, hace sus maravillas. Desde ahí la mirada puede continuar su camino hasta Florencia Bergallo, Cecilia Blanco, Eugenia Roces y Marina Sarmiento, las cuatro mujeres que componen el resto de esta puesta humana, con sus cuerpos, voces y energía, al frente del escenario.
Desde lo visual, el grupo de mujeres genera múltiples imágenes. Son fieras antropófagas, caníbales. También son nuestras mujeres originarias del continente americano, indias, incas, aymaras, mapuches, onas, tehuelches, siux, wichis. Son feroces vickingas, son yeguas, manada, bacantes, tropel femenino.
La danza crea formas, sueños, fantasmas.
Las acciones a veces rozan lo escatológico, confundiéndose el ser primitivo y el ser grotesco del carnaval. Escupidas, eructos, besos se conjugan para decir algo que sale de las entrañas de la tierra. Toman relevancia estos líquidos del cuerpo, las funciones ocultas, los agujeros. Aparece en escena el cuerpo obsceno, el cuerpo soterrado, doblegado por la dominación y la cultura. Así como el cuerpo de la bailarina es dominado por la técnica dejando su naturaleza bajo capas y capas de entrenamiento. Apolo se desarma bajo la potencia  de Dioniso.
En esa puesta entre prehistórica y precolombina, lo gestual se manifiesta como danza tanto como lo gutural y vocal. Ellas cantan, gritan, lanzan sus puños de guerra y aceleran el pulso vital de la escena.
Una construcción de piedras vuelve a traer lo primitivo como parte de una dramaturgia que apela a los orígenes, como si fuera una forma de rescatar la potencia de acción de lo salvaje. Pero lo primitivo no aparece tanto como una contraposición a la cultura, en términos de Freud, sino en oposición positiva a la civilización que Sarmiento impuso a marca de yerra sobre las gentes.
Las mujeres van a los límites y exploran todas las posibilidades que se les ocurren con las piedras. Se las meten en la boca, juegan con la deformidad. Construyen y destruyen, las chocan. Crean música con las piedras de una manera genial que se combina con la sonoridad de la piedra que tiene detrás el músico. Una consistencia sonora espectacular.
Arrojan las piedras y el polvo que desprenden forma pequeñas nubes que se esfuman. Derrumbe de la montaña de piedras. El halo las rodea, las envuelve. Sonidos de páramo. Lejanía, soledad.
En esos estados de caza o cortejo que se arman desde el movimiento de esta tribu femenina, cada intérprete despliega su potencial.

Se construye una obra de danza performática, en el sentido de performance como algo que “subraya la importancia del cuerpo y de la acción como factores esenciales en la interacción del hombre con el mundo” (Cornago Bernal, 2004). Los pasos de danza se cuelan estilizados entre los pasos cotidianos.
Todo está en escena en función de relatar de alguna manera la experiencia de esa “apropiación contemporánea y bastarda de los viajes que D. F Sarmiento realizó durante el siglo XIX” que hace la autora, Marina Sarmiento.
Por eso, la propuesta muestra lo bestial de las campañas de exterminio en nombre de la civilización, encarnado además, en cuerpos femeninos que resemantizan esa lucha en las demandas cotidianas y presentes por el lugar de la mujer, de lo femenino, en una sociedad patriarcal y machista.
Como conclusión, la dramaturgia despliega cierto desencanto frente a lo humano, nos lleva a pensar cuál será la construcción posible. Frente a una pieza plagada de instancias catárticas, dejar atragantada la respuesta, empuja a buscarla en el mundo, fuera de la ficción.

Qué: Los viajes de Sarmiento
Quién: Idea, Coreografía y Dirección: Marina Sarmiento.- Intérpretes: Florencia Bergallo, Cecilia Blanco, Eugenia Roces, Marina Sarmiento.- Iluminación: Gonzalo Córdova.- Diseño de vestuario: Belén Parra.- Música y Diseño sonoro: Ezequiel Abregú.- Fotografía: Marcos Crapa.- Diseño gráfico: Martín Molinaro.- Asistencia artística y Asesoramiento: Julieta Benedetto, Natalia Lerussi.- Coaching De Baile: Nicolás Delavanso.- Asistencia general: Julieta Benedetto, Eugenia Roces.- Asistente de sonido: Leandro Exequiel Sosa Redchuck.- Asistencia de dirección: Eugenia Roces.- Producción ejecutiva: Julieta Benedetto.- Producción general: Cooperativa Los Viajes De Sarmiento.- Dramaturgista: Ezequiel Steinman.- Colaboración coreográfica: Débora Diskin.-