jueves, 20 de diciembre de 2012

FLAMMA FLAMMA


El fuego arde y su flama se eleva. Es una imagen que vale para metaforizar las pasiones. Un sentir que esta pieza de danza dirigida por Mauricio Wainrot ha querido plasmar en el escenario.
A partir de los cuerpos del Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín, su director ha puesto en escena una coreografía que se apoya en la intensidad de la música.
Flamma Flamma - El Réquiem del Fuego (primera parte de la trilogía operística Las crónicas de Accacha) es una obra musical compuesta por el belga Nicholas Lens. Este réquiem inunda la sala del teatro con sus sonidos potentes, sus armonías vocales en combinaciones eclécticas, con sus arreglos poéticos y maravillosos. Puede hacer que cualquier oído se entregue fácilmente al placer de escuchar esta música que se apodera de la sala.
Difícil es, por tanto, que la coreografía gane protagonismo.
En un escenario casi vacío, con apenas un telón de fondo que se asemeja a una cortina transparente de plástico y que sirve de pantalla para alguna proyección, el espacio se presenta abierto para recibir a los bailarines.
Ellos hacen su entrada con el nivel técnico que los caracteriza, al que se le suman, además, algunas huellas de aquellos coreógrafos independientes que pasaron este año por el Ballet. Marcas de las que sus cuerpos contemporáneos se apropian y que enriquecen la interpretación.
Los juegos corporales de los bailarines remiten a movimientos conocidos dentro de los estilos más académicos de danza contemporánea, salvo por algún que otro desliz que otorga aire fresco a las producciones del Ballet.
El vestuario está claramente basado en la idea del fuego, con unas mallas y polleras que hace ver a los bailarines como llamas danzantes. Chispas que son completadas por el maquillaje y los arreglos de peluquería, un trabajo conjunto que transforma a los y las intérpretes en verdaderos duendes ígneos.
La iluminación acompaña desde lo alto en complemento y apoyada en un momento por una proyección de fuego. No hay escenas íntimas desde la luz, todo es amplio.
La pieza fue disparada y elaborada desde la música, encontrada azarosamente en una casa de música como bien relata Wainrot: “En 2001, luego del estreno de Las 8 estaciones en Amberes por el Ballet Real de Bélgica, Carlos Gallardo, escenógrafo y vestuarista de la obra, y mi compañero de vida, encontró en una casa de música un CD del oratorio Flamma Flamma, y lo compró para que lo escuchásemos juntos.” Música que influenció al director, quien tuvo que esperar más de 10 años para finalmente poder plasmarla una obra. “Era de alguna manera muy ecléctica, y justamente por eso me pareció muy interesante para crear una nueva obra integral” añade.
Sería realmente interesante poder contar con una orquesta y un coro que acompañara al Ballet para la realización de piezas integrales tan emocionantes como esta.
El fuego dador de vida, que todo lo consume, que hace arder, que limpia, que ilumina. Transformador y destructor. Metáfora de la pasión y del hombre -pequeña llama que arde. De los principios explosivos del universo y de los finales, cuyas cenizas alientan esperanzas.
De ese fuego motor nació esta pieza para arder y consumirse en las danzas del recuerdo.

Qué: Flamma Flamma
Quién. Coreografía y Dirección: Mauricio Wainrot.- Iluminación: Alejandro Le Roux, Eli Sirlin.- Video: Martín Gómez, Marcelo Manente, Pablo Yurrebaso.- Escenografía y vestuario: Graciela Galán.- Música: Nicholas Lens.-
Dónde: TEATRO GENERAL SAN MARTÍN.-  Avda. Corrientes 1530.-Teléfonos: 0800-333-5254 ó 4371-0111/18 www.teatrosanmartin.com.ar

miércoles, 5 de diciembre de 2012

CATULLI-CARMINA


Una propuesta integral que incorpora un cuerpo de baile, una orquesta, un  ensamble de percusión y un coro, en función de llevar adelante el relato de las canciones de Catulo (escritor latino que vivió entre los años 87 y 57 AC.)
La historia relatada consta de tres actos en los que se desarrolla el tema del amor, el sexo y la infidelidad, de una manera corporal y jocosa.
Comienza el primer acto con un preludio que muestra a unos jóvenes que realizan unos juegos amorosos. Un coro de adultos prácticamente se burla de estas aventuras mientras los invitan a escuchar las canciones de Catulo.
El argumento que se desarrolla muestra a Catulo enamorado de Lesbia, quien alterna con todo aquel que le interesa. Desconfiando incluso de sus amigos, Catulo se entrega a una prostituta para luego sentir el desencanto del encuentro, un vacío que supuestamente lo libera de la fuerte atracción que siente por Lesbia. La pieza concluye con los juegos eróticos del principio. De forma tal que parece circular, como un volver a lo mismo luego del intento de aferrarse a la fidelidad de un amor imposible.
La puesta es atractiva en su combinación de danza y música en vivo, además de la genial intervención del coro que con su potencia llega a emocionar.
Pese a que el argumento pueda sonar algo caduco o con cierto gusto a antiguo, la propuesta de conjugar una compañía de danza con un coro con quien además se mantiene una intensa y fluida comunicación, es maravillosa.
Ojalá se realicen más producciones de este estilo, en la cual voces y danza se entrelacen en un ámbito escénico.
La producción de la Asociación de Músicos Ensamble Lírico Orquestal, cuya ejecución musical forma parte de la propuesta, y las coreografías de la CIA de Danza del Departamento de Artes Del Movimiento dirigida por Roxana Grinstein, deben ser tenidas en cuenta para posibilitar más espacios como este que generen nuevas creaciones.

Qué: Catulli Carmina
Quién: Intérpretes: Ezequiel Barrios, Gastón Martín Barroso, Constanza Belgareto, Débora Britos, Paola Castro, Federico Diaz, Lucía García Pullés, Leonardo Gatto, Diego Gómez, Cecilia Layseca, Samanta Leder, Lucía Llopis, Leonardo Obdulio Arellano, Juliana Pontuga, Sebastián Russo, Iganacio Saraceni, Delfina Thiel, Matías Tomasetto.- Músicos: Andrea García, Ivana Rabellino.- Vestuario: Alicia Gumá.- Escenografía: Victor De Pilla.- Diseño de luces: Alfonsina Stivelman.- Asistencia Coreográfica: Lucia Giannoni.- Asistente de producción: Ángel Ariel Porro, Alejo Hugo Enrique Wilkinson Hassler.- Coreografía: Carlos Trunsky.- Dirección musical: Gustavo Codina.- 

EL APRENDIZ DE HECHICERO


Una pequeña pieza de danza fabulosamente jugada. Todo el aspecto lúdico de la danza está desarrollado en este formato que funciona como un número de vodevil.
Un bailarín aparece entre los cortinados del telón para entablar un diálogo con el público a partir de la gestualidad de su cuerpo.
Desde ese mismo lugar, en un espacio ínfimo, este único personaje caracterizado como un niño va a encontrarse con su sombra.
Con un relato expresivo pleno de matices cómicos, el intérprete se relaciona con una sombra visible tras una tela blanca que se encuentra casi al borde del proscenio. Con ella juega y crea cierto suspenso, mientras la música de piano acompaña sus movimientos.
Desde un espacio para nada pretencioso, el coreógrafo Carlos Trunsky construye una pieza simple y bella. Una danza fresca donde se pone de manifiesto la ingenuidad de un joven principiante en el universo de la magia y la hechicería.

Qué: El aprendiz de hechicero
Quién: Sobre textos de: Paul Dukas.- Intérpretes: Mario Martin Rodríguez, Gastón Exequiel Sánchez.- Músicos: Andrea García, Ivana Rabellino.- Vestuario: Alicia Gumá.- Escenografía: Victor De Pilla.- Asistencia coreográfica: María Kuhmichel.- Prensa: Daniel Franco, Paula Simkin.- Coreografía: Carlos Trunsky