“No me pasó nada
maravilloso, simplemente me enamoré”
Es un espacio teatral, desarmado
en su funcionalidad estructural que habitualmente dispone butacas para público
y escenario para representación, nos da la bienvenida una mesa servida con
copas de vino.
Mientras los espectadores se
relajan con la bebida espirituosa de espaldas al escenario, un trío de música acomodado
encima de la cabina técnica interpreta algunas canciones. Temas suficientes para
introducir al público en una propuesta tan desarticulada como el espacio.
En el escenario se
encuentran acomodadas un grupo de gradas para acomodarse a gusto. La gente se
sienta expectante. Del otro lado, una chica se para y habla.
La protagonista da inicio a
su relato desde las butacas, ella sola en ese lugar amplio y vacío que se ve
aún más desolado sin el público que suele ocuparlo.
Como si se tratara de una confesión, avanza en aquello que la
martiriza contándolo en forma de diario. Así rememora los días en que conoció a
Victoria, una bailarina a la que deseaba coreografiar. Mujer de la que se
enamora sin poder concluir la propuesta artística esperada.
Esa historia es suficiente
para desarrollar una puesta performática que juega con el espacio tomándolo
todo para la presentación y representación de la aventura erótica. Entre las
palabras, las imágenes que estas suscitan y los momentos de coreografía, se
sintetizan, o lo intentan, todos los sentimientos mezclados que atraviesan a la
protagonista.
Belén narra, presenta a sus
compañeras y cómplices de este viaje íntimo, baila, grita, llora y se
desespera. Se desnuda en su humanidad y hace carne escénica su vivir y sufrir.
Sus palabras tienen el tono de confidencia a una amiga que prestara su
oreja para aliviar un sentir sin fondo.
Más allá de lo real o ficcional
del suceso, sirve en este caso para que las intérpretes pongan toda su
corporalidad en escena. Para que el relato permanezca vivo en cada movimiento representado.
Una propuesta que habla de
lo más cercano, el amor, y su lado b, el desengaño, el dolor, la tristeza. Que
lo cuenta como si lo reviviera en cada texto. Que lo muestra en los cuerpos que
danzan cuando las palabras no bastan.
Un juego sobre la
imposibilidad de salir ganando, victoriosos, ilustrado tan bien en el título de
la pieza que alude a la Victoria que no es victoria.
Una pregunta por la vida y
la transformación de sus devenires humanos en hechos estéticos.
Los días pasan, algunas
cosas quedan, pero sin duda el arte nos sobrevive, no como pregunta cerrada
sino como obra abierta.
Qué: Mis días sin Victoria
Quién: Autoría,
texto y Dirección: Belén Arena.- Intérpretes: Jazmín Levitán,
Solentina López, Maria Florencia Tangel.- Performers: Fiorella Álvarez, Belén
Arena, Gabriela De León Esperanza, Fernando Xavier Ibarra, manuela Suarez Poch.-
Diseño de luces: Matías Kedak.- Audiovisuales: Lucas Penyafort.- Artista
plástico: Raina Todoroff.- Asistencia general: Gabriela De León.- Asistencia
Creativa: Fiorella Álvarez.- Asistencia de dirección: Jazmín Levitán.- Producción:
Belén Coluccio, Azul Masseilot Giulano.- Colaboración artística: Fiorella
Álvarez.- Supervision Artística: Marina Quesada.- Puesta en escena y Colaboración
en dirección: Marina Otero.- Duración: 75 minutos
Dónde: CENTRO
CULTURAL RECOLETA Junín 1930 Teléfonos: 4803-1040 Web: http://www.centroculturalrecoleta.org
Entrada: $ 120,00
Cuándo: Sábados
21:00 hs
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