Ambientada en penumbras, con
troncos y cestos de mimbre agrupados en distintos rincones, inicia esta
“ficción muerta”. Manzanas desparramadas por todas partes se ofrecen como una
tentación, una prohibición, un deseo.
Ya en la sala, se oyen pasos
grabados, parece que alguien se acerca. Entra ella en escena. Es como una
muñeca, linda y artificial. Recorre el espacio al compás de los pasos,
siguiendo esa rítmica de metrónomo.
La muñequita camina entre
infantil y macabra, mirando a su alrededor hasta que aparece él. Vestido como
un leñador, entre pelos y pieles que lo acercan a un imaginario lobezno.
Una frase deja ver parte del
asunto: “Nada de lo que estoy diciendo es verdad. Revelaré los hechos más
adelante, cuando estemos solos”. ¿A quién se le dice esto? ¿El autor al
espectador, un personaje a otro? Preguntas que surgen en el bosque.
En la misma tónica se pueden
escuchar textos que se dicen en simultáneo, como una canción, como un juego. Pero,
¿quién le habla a quién?
Ella se dirige a él en una
especie de japonés y le da indicaciones. Es un poco autoritaria aunque sus
órdenes parecen formar parte de una travesura perversa. Entre ambos hay un
interesante contrapunto en tensión, entre el ritmo musical intenso y sus
movimientos que son lentos. El permanece quieto y ella lo rodea y lo observa.
Siguen una trama extraña
pero que da idea de ser familiar para ellos. Un juego repetido donde realizan movimientos
pélvicos como si se tratara de un acto sexual frenético. Uno al lado del otro,
los rostros se transforman. Se oye música clásica. La atmósfera se densifica
como si una bruma cubriera los árboles de la noche.
Apagón. En la total oscuridad
se empiezan a oír frases hechas. “¡Oh por dios! ¡Santo cielos! No puedo
creerlo, ¿esto es real?”. Empezó la ficción dentro de la ficción, la
exageración, el melodrama.
Ella rubia malévola, él
salvaje y elástico; su dinámica de movimiento quiebra la escena. Hay mucha expresividad
en los rostros que mutan y se ven raros hasta llegar al extrañamiento.
Algo del orden de lo siniestro
emerge. Desconocido y familiar al mismo tiempo. Los personajes conjugan, en una especie de fechoría
inocente, el daño, el placer y el dolor.
Como un rapto de locura y
asesinato, ella lo mata y se va con las cestas de la compra. El ambiente es terrorífico.
Muy intensos los intérpretes.
La muñeca ve finalizado su
juego.
Caperucita se come al lobo,
al leñador, al bosque entero.
Y se va.
Qué: Lobo te amo
Quién: Intérpretes: Daniela
Cámpora, Gastón Exequiel Sánchez.- Iluminación: Sebastián Francia.- Edición de
sonido: Gastón Exequiel Sánchez.- Música: Ferdinand Fischer, Gustav Mahler,
Camille Saint- Saëns, Antonio Vivaldi.- Fotografía: Federico Perez Gelardi,
Lila Dagna Woszezenczuk.- Diseño gráfico: Gastón Exequiel Sánchez, María Laura
Valentini.- Asistencia de dirección: Noelia Meilerman.- Colaboración artística:
Federico Juan Rubi.- Dirección: Ayelén Clavin, Gastón Exequiel Sánchez.-
Duración: 55 minutos
Dónde: ESPACIO CALLEJÓN Humahuaca
3759 Teléfonos: 4862-1167
Web: https://www.facebook.com/pages/espacio-callej%c3%b3n/608409215915095
Entrada: $ 150,00 / $ 120,00
–
Cuándo: Domingo - 20:00 hs –
Hasta 29/05/2016
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