Al entrar en la sala, varios
performers se encuentran en escena haciendo algo, probando algo, mirando hacia
algún lado con cara de circunstancia. Sus vestuarios son de colores vistosos.
Una japonesa vestida de blanco habla y (¿da una especie de bienvenida? ) sin que
se entienda lo que dice. Pero mira al público y gesticula como explicando algo.
Ella ordena, organiza, y hasta parece ocupar el lugar de lo inteligible, siendo
a su vez ininteligible.
Este es el punto de partida desde
donde todo se puede disparar en cualquier dirección.
Como una improvisación
escénica, la propuesta se construye sobre una instalación intervenida desde el
movimiento que presenta una tensión permanente. Una emanación erótico-frenética
que lleva a la catarsis de época (botellas de agua, sillas de plástico, globos que revientan)
Parte de la iluminación es
manual, accionada por los intérpretes en la escena. Se produce en las luces cierto
juego de sombras, difuso. Entre ellos hay una montaña de globos negros como un
racimo de uvas. Hombre globo de negro/ Japonesa de blanco. Contrapunto
cromático.
Las situaciones planteadas
escenifican ocurrencias mezcladas con conceptos donde todos quieren ser,
representar. Los lugares son intercambiables, la convivencia es sonora y pide
tolerancia. La escena es un aturdimiento auditivo. El gesto se congela, se
acentúa y modifica en cámara lenta. Contrapunto acústico/visual.
Una puesta escénica donde la
música engloba el cuadro con tal potencia que te lleva en su viaje y agita al espectador con
una presencia realmente importante.
Si uno desde las butacas
intenta analizar la propuesta se encuentra primero con una sensación de caos. En
los signos se observa un pastiche, un mejunje de cuerpos, trayectorias,
dinámicas y movimientos. Múltiples señales del arte contemporáneo.
Parece haber una
interpelación al público desde lo gestual. Pero sólo parece, es una pose.
Entonces, ¿pasa algo o no pasa nada? Pero cómo, ¿tiene que pasar algo?
Es una especie de
deconstrucción permanente de sentidos posibles de la obra. Sin embargo, el ser
humano construye relato y no puede escapar de eso. Más bien, le puede generar
preguntas.
¿Qué cuenta un cuerpo?
¿Tiene que contar algo? ¿Se puede ser cuerpo escénico sin relatar? ¿Si no cuenta,
también está contando? ¿Hasta dónde puede perderse o evadirse el control?
Como los mismos creadores
proponen en su cita de Roland Barthes: “En toda sociedad se desarrollan
técnicas destinadas a fijar la cadena flotante de significados, con el fin de
combatir el terror producido por los signos inciertos: una de esas técnicas
consiste precisamente en el mensaje lingüístico.”
La escena propuesta es un
desarme constante de cualquier mensaje. Pero no por ello deja de significar.
Qué: Francotiradores
Quién: Intérpretes: Celia
Argüello Rena, Julia Hadida, Inés Maas, Hernán Martinez, Joaquín Martínez,
Javier Olivera, Delfina Thiel.- Intérpretes invitados: Paula Nerome, Debora
Nishimoto.- Vestuario: Belén Parra.- Iluminación: Matías Sendón.- Música: Patricio
Lisandro Ortiz.- Diseño gráfico: Sergio Calvo.-
Asistencia de vestuario: Aty De Summa.- Asistencia general y asistencia técnica:
Joaquín Martínez.- Asistencia de dirección: Camila Malenchini.- Prensa: Eugenia
Tobal.- Colaboración en dramaturgia: Matías Feldman.- Dirección: Rakhal Herrero.-
Duración: 60 minutos
Dónde:
ESPACIO CALLEJÓN Humahuaca 3759
Teléfonos: 4862-1167
Cuándo: Viernes - 23:00 hs -
Hasta el 29/04/2016
Entrada: $ 150,00 / $ 120,00
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